En esta
categoría están las personas que son dueñas de un negocio, que desean
poder generar su propio ingreso. No ser dependientes de nadie, sino
“ser su propio patrón”, y que el negocio prospere del modo más rápido
posible.
El
problema es que en la inmensa mayoría de estos casos, estos mini
empresarios, hacen funciones de director de orquesta, pero al mismo
tiempo tocan los instrumentos, lo que se traduce en un gran y agotador
esfuerzo personal, del cual se sienten orgullosos y realizados, pero que
muy difícilmente, los conducirá al éxito que se han propuesto.
Esta
forma de actuación no les permite en la mayoría de los casos, - salvo
que se organicen- que su empresa prospere, y algún día lograr que esta
pueda funcionar sin su directa intervención.
En
este grupo- de autoempleo- están también los profesionales
independientes, así como algunos técnicos que han logrado destacar, y
cuya característica común, es la ser muy orgullosos y celosos de la
calidad de su trabajo, y sentirse seguros de no tener que enfrentar el
fantasma, de que los puedan despedir algún día del trabajo.
No
todos ellos, aspiran a ser empresarios, pero los que si lo pretenden,
comúnmente incurren en el error de convertirse en “personas
polivalentes”, es decir, los que se encargan de todo, porque piensan que
nadie lo puede hacer mejor que ellos mismos.
Es necesario en ese caso, que cambien este concepto, y tomen la decisión de orientarse por el camino correcto, que comienza necesariamente por una adecuada planificación,
que permita identificar claramente los objetivos previstos, y el modo
como se piensa lograrlos, lo que en términos militares se denomina
“estrategia” y “táctica”. Esta planificación, les permitirá avanzar de
una manera más segura, y con un importante ahorro de tiempo.
Al
margen de esta particular situación, en cualquier caso, siempre los
comienzos de un negocio propio son difíciles, y riesgosos,
fundamentalmente por falta de experiencia o de capital, o de ambas
cosas. El porcentaje de fracasos de este tipo de negocios es sumamente
alto, ya que antes de los diez años, han fracasado el 80 % de estas
iniciativas empresariales en el mundo.
Lo
fundamental para evitar estos traspiés, es estar preparado, para lo cual
hay necesidad de invertir algo de tiempo y dinero. Esta capacitación
está referida no solo a lo que es el objeto del negocio, sino a como
poder manejarlo exitosamente. Pero en ningún caso debemos desalentarnos
por un fracaso, ya que como decía Winston Churchill “El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder entusiasmo”
Ayuda
mucho al éxito, asociarse con las personas adecuadas, así como tener
identificadas a las organizaciones, cuyo apoyo puede ser fundamental. Es
clave igualmente en el camino hacia el logro de las metas y objetivos
deseados, las relaciones personales que se puedan tener y conseguir,
especialmente aquellas que estén vinculadas con la actividad empresarial
en la que se desarrolla este empresario.
Cualquier esfuerzo que se haga para incrementar estas relaciones, será bien recompensado, por lo que hay que tomarlo en cuenta. Y finalmente hay que aprender a delegar, ya que no es posible organizarse convenientemente, para tener tiempo para lo que es verdaderamente importante, si no se tiene personas en quien delegar las tareas. Al referirse a este tema dice Steven R Covey “…delegar en otros con efectividad, es tal vez, la actividad que por si sola, potencia mas nuestra fuerza”. Este es probablemente uno de las decisiones más difíciles del empresario novato, por el problema de la falta de confianza.
Enrique Quiroga Carmona
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