Estoy seguro de que somos muchos los que ya estamos cansados de esta
larga crisis
que nos ha mantenido en la oscuridad durante los últimos 4 años. Y es
que cuando parece que vamos a recuperarnos, llegan nuevos elementos que
hacen que todo vuelva a empezar.
Poco a poco nos acostumbramos a lo que parece inevitable y caemos de
rodillas para recibir cómodamente los golpes. Siguiendo las teorías de
J. B. Rotter y Murly,
nuestro locus de control podría estar pasando a ser externo,
impidiendo que nos sintamos capaces de dominar nuestro destino y
llevándonos hacia la rendición causada por una situación prolongada en
el tiempo. Sin duda un escenario dramático para la mentalidad
emprendedora.
La crisis contra el locus de control interno
El locus de control interno se puede traducir como “autocontrol”, es
decir, como el pensamiento de que nuestros actos definen nuestros
resultados y que por tanto, podemos interferir en nuestro destino.
Cuanto más ajeno nos resulte el locus, menos control sentiremos que
poseemos sobre una situación determinada y, por tanto,
menos nos implicaremos con las soluciones.
Ante una crisis tan larga y profunda como la que vivimos, el locus
general (refiriéndonos al de una mayoría de los españoles) podría ser
cada vez más externo:
“dependemos de Europa”, “es por la crisis”, “a ver si lo arregla el
PP”, “necesitamos subvenciones”, “nadie nos representa”, “es culpa del
gobierno”, “los mercados nos tienen contra las cuerdas”, etc…
Más allá de que algunas razones puedan ser verdad, el peligro de
este hecho es evidente, pues si los problemas no tienen relación directa
con nosotros, tampoco lo tendrán las soluciones, de modo que nos
abandonamos a la suerte y a los designios ajenos, convirtiéndonos en
figuras pasivas…
en parte del problema.
Siguiendo con el planteamiento psicológico, estaríamos cayendo en la
indefensión aprendida.
La crisis nos ha enseñado a encajar los golpes y a asumirlos con
normalidad. No podemos pararlos, no podemos huir, solo podemos tragar
¿solo podemos tragar?
Y ya está bien de dormir sin soñar
Abre los ojos y mira tus manos ¿siguen ahí?. Ahora mira a los demás y
no te asustes si, entre las sombras, los ves de rodillas y con los ojos
cerrados, dormidos por una noche demasiado larga y agotados por un
maltrato incesable. Ponte de pie y piensa.
La imaginación sigue ahí y no solo sirve para imaginar un mundo mejor, sino para transformarlo.
“Tonterías” dirá alguno… pero yo solo pido que durante unos minutos al día te llenes de energías y pienses la manera de
hacer realidad tus deseos.
¡Piensa que eres capaz! No pierdas mucho tiempo en ver la meta,
concéntrate en el camino. ¿Recuerdas? Si, es lo que nos convierte en
emprendedores y lo que nos diferencia de los que solo sueñan.
No te rindas, eso es lo más sencillo. Grita lo que necesites, pero aprende del error y
asume que podías haber hecho algo diferente. Nunca te veas como una víctima, asume culpas y responsabilidades, plantea soluciones y actúa con valor.
La oscuridad es total y la noche muy larga, pero si un día amanece,
los que podrán ver el espectáculo serán los que mantenían sus ojos
abiertos. Puede que entonces te sorprendas al ver que te has vuelto
más fuerte que nunca mientras otros han olvidado cómo ponerse de pie.
En Pymes y Autónomos