viernes, 28 de octubre de 2011

La virtud de saber esperar

La paciencia, el saber esperar el momento, la calma y el sosiego nunca han sido una de mis virtudes precisamente en el terreno empresarial. Por el contrario siempre lo he querido todo aquí y ahora, siempre he querido conseguirlo todo, tenerlo todo. Tenerlo todo ya, sin más demora, sin dilación, pero eso no quita que reconozca que el valor de saber esperar es indispensable en el mundo de los negocios.


Obviamente decir que reconozco que el valor de saber esperar es indispensable en el mundo de los negocios aunque no significa ni mucho menos que no siga pensando que el ímpetu, que el hambre, que la sed de éxito es el auténtico motor, es el auténtico impulsor de nuestras empresas y de nuestras carreras profesionales, pero sí que significa que entiendo que existen momentos que demandan sosiego, espera o reflexión serena.

Sosiego, espera y reflexión serena, sí. Sí a todo ello y en muchas circunstancias, pero sí en su justa manera, pues no vaya a ser que de tan sosegados y reflexivos, que de tanto esperar, nos hagamos ancianos esperando. Y yo sin duda no quiero llegar a mayor diciendo lo que hubiese podido conseguir, soñando con lo que habría podido ser, y no haberlo sido por haber esperado, por haber sido sosegado y reflexivo.

El sosiego, la espera, y la reflexión entonces sí pero un sí en su justa medida, no más allá. No más allá, pero tampoco menos allá, pues la falta absoluta de estos tres factores también supone un grave riesgo para nuestras carreras y para nuestras empresas. Ahora bien, si hemos de correr riesgos, que sea siempre por defecto, que por exceso de precavidos, ¿no?

En Pymes y autónomos

jueves, 27 de octubre de 2011

No es lo que vende, es lo que resuelve

Con cierta frecuencia nos enfocamos más en promover las características que tienen nuestros productos o servicios, que en realmente las cosas que resuelven, es decir, los beneficios por los cuales debiera adquirirlos.


La diferencia no es sutil y mucho menos evidente. El enfocar la oferta en lo que realmente aprecia el mercado es pararse desde su perspectiva e incrementar sustancialmente el valor que le asigna.

Cuando nos enfocamos en el beneficio que genera o el problema que resuelve, el precio ya no es la única variable a considerar. Pregúntese, ¿cuando la gente compra mi producto o servicio, qué es lo que realmente está comprando?. Por ejemplo:
  • Asesoría contable = tranquilidad frente a la administración de impuestos = dormir en paz
  • Hotel para mascotas = cuidado de un miembro más de su familia = irse de vacaciones sin remordimiento
  • Jardín infantil = posibilidades de desarrollo para los hijos = sentirse bien en el rol de padre/madre
  • Chocolates finos = una indulgencia = consentirse y sentirse bien consigo mismo
  • Organización de eventos = facilidad de todo en un solo lugar = el mejor recuerdo de la fiesta de 15 años de su hija
  • Equipos de diagnóstico médico = medición, diagnóstico y valoración = tranquilidad al decidir un procedimiento
Todos compramos algo más que el simple servicio o producto. Compramos una expectativa de libertad, de recuerdos inolvidables, de alegría, paz interior o realización personal.

Las personas asignarán mayor valor -y por ende estarán dispuestas a pagar un mayor precio-, en la medida que consideren que lo que usted les ofrece genera grandes beneficios, les ayuda a ahorrar tiempo, aprovechar oportunidades o hacer su vida más fácil. Y esto no siempre es tan obvio y no siempre tan claramente expresado.

El producto o servicio es un medio para un fin mayor: el beneficio esperado. Cada decisión que tomamos está basada en una expectativa. Ofrezca resolver la expectativa adecuada -y por supuesto resuélvala- y logrará la preferencia. Apóyese más en solucionar un problema o capitalizar una oportunidad que en vender un producto y ganará el aprecio de los clientes.

Un artículo publicado en Marketing Bien Pensado

miércoles, 26 de octubre de 2011

Internet no es tal paraiso fiscal

He leido atentamente el artículo que publica El País refiriendose a Internet como paraiso fiscal. Independientemente de las consideraciones que realiza sobre las actividades de las grandes empresas y su “ahorro fiscal” por tributar en Irlanda, donde el impuesto de sociedades en menor, sí sería conveniente realizar ciertas aclaraciones que hacen pensar que realmente Internet no es tal paraiso fiscal.

En primer lugar, no es suficiente con tener la página web, desde la que se venden o se prestan servicios, alojada en un servidor extrajero para pagar menos impuestos. La ley determina que se tributa desde donde ser realiza la operación pero siempre teniendo en cuenta que el servidor sea propiedad de la empresa y no es suficiente con contratar el hosting en ese país. Una empresa española que tenga su tienda virtual alojada en un servidor de Amazom no tributará en el país donde esta empresa tenga sus servidores sino en España, porque la empresa española no tiene esos servidores en propiedad.


Por otro lado tampoco es tan sencillo para las empresas pequeñas tributar en esos paises con un régimen fiscal más atractivo aunque se constituyan las sociedades en esos países. Irlanda y el Reino Unido, por ejemplo, tienen la figura de la empresa no residente, son empresas constituidas en esos países pero que no se considera que realizan actividades allí, por lo tanto no tributan en esos paises, ya que no tienen residencia física, trabajadores y una actividad real en ese país.

Por tanto, si yo me voy a Irlanda y creo una empresa allí pero no tengo infraestructura en ese país, no tengo trabajadores contratados allí y, por tanto, no demuestro que tengo una presncia real y sustancial en el pais, no tendré la consideración fiscal de residente en Irlanda y por lo tanto no podré acogerme al sistema fiscal irlandés.

Por supuesto, como bien refleja el artículo, para las grandes organizaciones que sí pueden permitirse tener esa presencia efectiva en paises con un sistema tributario más beneficioso, los negocios a través de internet pueden suponer un evidente ahorro fiscal, lo mismo ocurre con las empresas de apuestas on-line que se contituyen en territorios con poca regulación en el sector.

Pero eso no supone una generalización para las pequeñas empresas que operan a través de internet, ni tampoco procede aplicar el concepto de “nube” o “paraiso digital” como un foco de negocios sin control que escapan de la legislación y de la aplicación de impuestos.

En Pymes y Autónomos

lunes, 24 de octubre de 2011

Ideas para crear una microempresa en Internet

Uno de mis lectores preguntaba a raíz de mi último post si podía dar ideas para crear una microempresa en Internet. Me parece interesante, así que le voy a dedicar un par de entradas.
Para crear una empresa solo necesitas ofrecer algo que tu cliente esté dispuesto a pagar. Obviamente, el precio que cobres por lo que ofreces debe ser mayor que lo que a ti te cuesta producirlo.

Dicho esto, que es un poco perogrullesco pero a veces se nos olvida, entiendo que la pregunta es ¿qué puedo ofrecer por internet? Más aún: ¿qué puedo ofrecer por internet sin que me cueste un riñón poner en marcha todo lo que necesito para vender? Más aún: ¿qué puedo ofrecer sin dejar (al menos de momento) mi cómoda vida de asalariado?

Básicamente, hay dos tipos de cosas en las que puedes basar tu empresa: en tu capacidad para producir algo que otros valoran o en tu capacidad de arbitraje (conseguir cosas baratas y venderlas más caras).
La capacidad de producir algo valorado por el mercado la tenemos todos. A veces nuestro problema es que no somos capaces de verlo, pero es seguro que todos podemos hacer algo por lo que alguien esté dispuesto a pagar. La capacidad de arbitraje también la tenemos prácticamente todos. Veamos algunos ejemplos:

Puedes crear una microempresa basada en tus capacidades si sabes escribir, diseñar, programar, sabes algún idioma, tienes conocimientos técnicos de cualquier tipo, sabes tocar un instrumento musical, practicas algún deporte, tienes una afición a la que le dedicas unas cuantas horas a la semana, tienes una mascota…

Puedes crear una microempresa basada en el arbitraje si sabes inglés, si conoces a alguien en un pueblo que produzca alimentos, si conoces bien otro país, si tienes gusto en el vestir, si eres bueno negociando, si vives en una localidad turística, si conoces bien alguno de los objetos que habitualmente se venden en sitios como segundamano o ebay…

Probablemente estas ideas, y más si se desarrollan en ratos libres, no den para convertirte en un multimillonario como Jobs o Zuckerberg, pero sí pueden ser una fuente de ingresos complementaria interesante. Y hay quien ha conseguido convertirlo en un medio de vida y dejar el trabajo.
Insisto, cualquiera de estas ideas tiene potencial. Y muchas otras que parecen demasiado simples. La clave no está en la idea, sino en la ejecución. En optimizar el tiempo para sacar el máximo provecho a ese par de horas al día que tienes para dedicar a tu empresa. Y por supuesto en optimizar los pocos euros que puedes invertir en ella.

Una buena noticia para los que creen que hay que darse de alta de autónomos (o constituir una SL) nada más empezar: hasta que estéis abrumados por las llamadas de clientes pidiendo que les facturéis de una vez, absteneos de hacer cualquier gesto que declare a Hacienda que vais a iniciar una actividad potencialmente delictiva y siempre sospechosa como poner en marcha un negocio.

Como decía un comentario, aquí se trata de empezar un chiringuito. Si conseguimos convertirlo en empresa, bien para todos. Si no, cuantos menos papeles tengas que deshacer para cerrarlo, mejor.

Un artículo publicado en Desencadenado