Uno de mis lectores preguntaba a raíz de mi último post si podía dar
ideas para crear una microempresa en Internet. Me parece interesante,
así que le voy a dedicar un par de entradas.
Para crear una empresa solo necesitas ofrecer algo que tu cliente
esté dispuesto a pagar. Obviamente, el precio que cobres por lo que
ofreces debe ser mayor que lo que a ti te cuesta producirlo.
Dicho esto, que es un poco perogrullesco pero a veces se nos olvida,
entiendo que la pregunta es ¿qué puedo ofrecer por internet? Más aún:
¿qué puedo ofrecer por internet sin que me cueste un riñón poner en
marcha todo lo que necesito para vender? Más aún: ¿qué puedo ofrecer sin
dejar (al menos de momento) mi cómoda vida de asalariado?
Básicamente, hay dos tipos de cosas en las que puedes basar tu
empresa: en tu capacidad para producir algo que otros valoran o en tu
capacidad de arbitraje (conseguir cosas baratas y venderlas más caras).
La capacidad de producir algo valorado por el mercado la tenemos
todos. A veces nuestro problema es que no somos capaces de verlo, pero
es seguro que todos podemos hacer algo por lo que alguien esté dispuesto
a pagar. La capacidad de arbitraje también la tenemos prácticamente
todos. Veamos algunos ejemplos:
Puedes crear una microempresa basada en tus capacidades si sabes
escribir, diseñar, programar, sabes algún idioma, tienes conocimientos
técnicos de cualquier tipo, sabes tocar un instrumento musical,
practicas algún deporte, tienes una afición a la que le dedicas unas
cuantas horas a la semana, tienes una mascota…
Puedes crear una microempresa basada en el arbitraje si sabes inglés,
si conoces a alguien en un pueblo que produzca alimentos, si conoces
bien otro país, si tienes gusto en el vestir, si eres bueno negociando,
si vives en una localidad turística, si conoces bien alguno de los
objetos que habitualmente se venden en sitios como segundamano o ebay…
Probablemente estas ideas, y más si se desarrollan en ratos libres,
no den para convertirte en un multimillonario como Jobs o Zuckerberg,
pero sí pueden ser una fuente de ingresos complementaria interesante. Y
hay quien ha conseguido convertirlo en un medio de vida y dejar el
trabajo.
Insisto, cualquiera de estas ideas tiene potencial. Y muchas otras
que parecen demasiado simples. La clave no está en la idea, sino en la
ejecución. En optimizar el tiempo para sacar el máximo provecho a ese
par de horas al día que tienes para dedicar a tu empresa. Y por supuesto
en optimizar los pocos euros que puedes invertir en ella.
Una buena noticia para los que creen que hay que darse de alta de
autónomos (o constituir una SL) nada más empezar: hasta que estéis
abrumados por las llamadas de clientes pidiendo que les facturéis de una
vez, absteneos de hacer cualquier gesto que declare a Hacienda que vais
a iniciar una actividad potencialmente delictiva y siempre sospechosa
como poner en marcha un negocio.
Como decía un comentario, aquí se trata de empezar un chiringuito. Si
conseguimos convertirlo en empresa, bien para todos. Si no, cuantos
menos papeles tengas que deshacer para cerrarlo, mejor.
Un artículo publicado en Desencadenado
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