Acabo de leer un post sobre los jóvenes emprendedores en serie,
jóvenes (casi niños) que se lanzan a emprender y que son
multimillonarios mucho antes de los 30 años.
Ni por asomo este es un modelo que se pueda aplicar en nuestro país,
aunque puede que haya alguna excepción que desconozco, porque la clave
de todo esto está en no tener prejuicios a la hora de emprender.
En el post se cuenta la historia de Matt Mickiewicz, que ahora tiene
27 años, que se prepara a lanzar su quinta empresa. Matt lanzó su
primera empresa en 1999, a los 14 años de edad. Después de leer su
historia creo que hay varias conclusiones que se pueden sacar de ella.
Desde luego hay una gran dosis de deshibición en su caso y que casi
se puede extender a otros similares. Evidentemente el hecho de que su
primer proyecto tuviera éxito también ayuda a seguir emprendiendo y a
tener capital para hacerlo.
Para un emprendedor “normal y corriente” podemos ver que su éxito se
ha debido a su iniciativa y su decisión a llevar adelante su primer
proyecto. Su principal secreto idea original, pero sencilla, y de fácil
desarrollo.
Además, si vemos su segunda empresa podemos comprobar que opta por la
colaboración con un experto en aquello que no conoce, en este caso el
marketing. Otra cosa que podemos ver es que no busca el pelotazo
rápido y vivir de rentas, sigue invirtiendo sus beneficios en nuevos
proyectos.
Tiene las ideas claras; conoce el sector en el que está; sabe como
relacionarse con sus clientes, se dirige o crea comunidades sobre los
productos que comercializa, y sabe cuál va a ser su próximo paso. No se
trata de crear sistemas donde los chavales de 14 años se dediquen a
ser empresarios, pero si de ver que, en determinadas ocasiones, el
mundo de los negocios y las empresas son mucho más sencillos de lo que
puede parecer.
Muchos emprendedores no son capaces de seguir ese modelo, unos
desechan las ideas sencillas y fáciles de desarrollar porque parece que
para ser emprendedor tienes que descubrir la pólvora. Otros se cierran
a buscar colaboradores, desconfían de todo el mundo y piensan que les
pueden copiar y arruinarles su idea.
Buscan mucha información pero no saben qué hacer después con ella y
no recurren al asesoramiento por esa desconfianza. También hay casos
donde lo único que se pretende es un beneficio rápido y salir corriendo,
porque no hay intención real de esforzarse en hacerlo bien, sino el
afán por el dinero fácil.
Imaginación, motivación, sentido común y pedir ayuda cuando no se
sabe, ese ha sido el secreto de este chico. ¿Parece fácil verdad? sobre
todo suando no se tienen prejuicios.
En Pymes y Autónomos
miércoles, 11 de abril de 2012
lunes, 9 de abril de 2012
Para pedir hay que dar antes
Una de las reglas más elementales y que pocas veces se pone en valor es la necesaria reciprocidad en las relaciones laborales.
Una relación jefe-subordinado que muchas veces se basa en la
complicidad y en la predisposición a ofrecer un plus cuando el uno o el
otro lo puede necesitar.
A lo largo de mi carrera profesional he topado con colaboradores del perfil más variopinto en este sentido, desde el típico que siempre se queja porque cuando necesita algún pequeño favor de un superior jerárquico (días de vacaciones fuera de las fechas habituales, retrasos en la entrada o adelantos de la hora de salida para determinados temas no previstos en el respectivo convenio, etcétera), hasta aquel tipo de colaborador que goza de estos ‘extras’ ofreciendo a cambio su predisposición a atender determinados picos de trabajo.
Como ustedes conocen, en el mundo de la empresa y sobre todo de de la pyme no hay reglas exactas, por lo que debemos reflexionar sobre si nuestra actitud es la más adecuada para que llegado el momento, podemos contar con la ‘fuerza moral’ suficiente como para solicitar algo que podamos necesitar.
Por su parte los responsables o directores de departamento, aunque parezca que a veces no se fijan en estas cuestiones, solo lo parece, porque ellos serán los primeros interesados en mostrar un trato recíproco, porque también con estas cuestiones, ellos mismos muestran con quiénes se pueden jugar sus cartas y con quiénes no, desterrando al mismo tiempo el mito de que una gestión férrea y poco flexible sea la más interesante para la relación laboral con los colaboradores más predispuestos.
En Pymes y Autónomos
A lo largo de mi carrera profesional he topado con colaboradores del perfil más variopinto en este sentido, desde el típico que siempre se queja porque cuando necesita algún pequeño favor de un superior jerárquico (días de vacaciones fuera de las fechas habituales, retrasos en la entrada o adelantos de la hora de salida para determinados temas no previstos en el respectivo convenio, etcétera), hasta aquel tipo de colaborador que goza de estos ‘extras’ ofreciendo a cambio su predisposición a atender determinados picos de trabajo.
Como ustedes conocen, en el mundo de la empresa y sobre todo de de la pyme no hay reglas exactas, por lo que debemos reflexionar sobre si nuestra actitud es la más adecuada para que llegado el momento, podemos contar con la ‘fuerza moral’ suficiente como para solicitar algo que podamos necesitar.
Por su parte los responsables o directores de departamento, aunque parezca que a veces no se fijan en estas cuestiones, solo lo parece, porque ellos serán los primeros interesados en mostrar un trato recíproco, porque también con estas cuestiones, ellos mismos muestran con quiénes se pueden jugar sus cartas y con quiénes no, desterrando al mismo tiempo el mito de que una gestión férrea y poco flexible sea la más interesante para la relación laboral con los colaboradores más predispuestos.
En Pymes y Autónomos
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