Una de las reglas más elementales y que pocas veces se pone en valor es la necesaria reciprocidad en las relaciones laborales.
Una relación jefe-subordinado que muchas veces se basa en la
complicidad y en la predisposición a ofrecer un plus cuando el uno o el
otro lo puede necesitar.
A lo largo de mi carrera profesional he topado con colaboradores del
perfil más variopinto en este sentido, desde el típico que siempre se
queja porque cuando necesita algún pequeño favor de un superior
jerárquico (días de vacaciones fuera de las fechas habituales, retrasos
en la entrada o adelantos de la hora de salida para determinados temas
no previstos en el respectivo convenio, etcétera), hasta aquel tipo de
colaborador que goza de estos ‘extras’ ofreciendo a cambio su
predisposición a atender determinados picos de trabajo.
Como ustedes conocen, en el mundo de la empresa y sobre todo de de
la pyme no hay reglas exactas, por lo que debemos reflexionar sobre si
nuestra actitud es la más adecuada para que llegado el momento, podemos
contar con la ‘fuerza moral’ suficiente como para solicitar algo que
podamos necesitar.
Por su parte los responsables o directores de departamento, aunque parezca que a veces no se fijan en estas cuestiones, solo lo parece, porque ellos serán los primeros interesados en mostrar un trato recíproco,
porque también con estas cuestiones, ellos mismos muestran con quiénes
se pueden jugar sus cartas y con quiénes no, desterrando al mismo tiempo
el mito de que una gestión férrea y poco flexible sea la más
interesante para la relación laboral con los colaboradores más
predispuestos.
En Pymes y Autónomos
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