Una de las quejas que tienen los trabajadores de prácticamente cualquier profesión es que el tiempo no llega a nada y que la mitad de la jornada laboral se va en actividades que poco o nada tienen que ver realmente con el trabajo o que, aunque tengan que ver con él, hacen que se pierda un precioso tiempo, como es el caso de responder a todos los emails que llegan y salen o cubrir tareas administrativas que poco realmente tienen que ver realmente con la dinámica de trabajo. Quien haya tenido que trabajar bajo uno de esos programas que controlan el tiempo que se dedica a cada tarea bien lo saben: a veces da la impresión de que la herramienta de productividad roba más tiempo del que realmente podría hacer ganar.
En el caso de las que antaño se conocían como profesiones liberales, esas en las que el trabajo está influido por cosas tan poco cuantificables como leer, estar pendiente de internet o interactuar con otras personas, la sensación de que en medio de esas tareas se pierden muchísimo tiempo es muy elevada. En el caso de los trabajadores del área del marketing, se siente que recibiendo emails, navegando por la red o renegociando por enésima vez con el cliente se está perdiendo un tiempo precioso que tendría que estar dedicando a ser productivo, creativo o lo que tocase en ese momento.