Capaz de lo mejor y de lo peor, la publicidad es una disciplina bipolar que lo mismo nos saca de quicio que nos pinta una sonrisa de oreja a oreja sobre el rostro.
Alérgica a la virtud como justo medio, a la publicidad le gusta los extremos que tanto le repelían a Aristóteles.
Y entre esos dos extremos hay espacio para unas cuantas (y feísimas) verdades, las que enumera a continuación Uwe Storch, vicepresidente de la Asociación de Anunciantes de Alemania (OWM) y director de Medios de Ferrerro en el país germano:
1. No crea por nada del mundo que sólo porque usted utiliza con fruiciónTwitter, Skype, WhatsApp, Snapchat e Instagram, el cliente también hace lo propio.
2. Deje de poner siempre como ejemplo de transformación digital el uso que hacen sus hijos de los medios.
3. (Como anunciante) no alardee de tratar con justicia a las agencias con las que trabaja.
4. Metido en la piel de una agencia de publicidad, no prometa nunca al anunciante en un “pitch” más de lo que realmente está en condiciones de darle.
5. Todo cliente tiene la agencia que se merece (en la mayor parte de los casos).
6. Toda agencia tiene el cliente que se merece (casi siempre).
7. Aborde siempre con suficiente distancia crítica las tendencias más “gritonas” (y ultramodernas) en el panorama mediático.
8. Piense en esto la próxima vez que prepare una presentación en Powerpoint: más de 100 diapositivas pueden resultar “mortales”.
9. Tómese la molestia de entender lo que dice. Si no entiende lo que dice, mejor cierre la boca con cremallera.
10. No se engañe. Por mucho que tenga más de 1.000 “followers” en Twitter, sus tuits muy probablemente no son importantes para nadie.
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