En los últimos meses se ha empezado a configurar una opinión generalizada sobre que en el próximo año de 2014 será mejor para la economía, señalándose como el año de la recuperación, en el que de manera tímida las empresas empezarán a cosechar mejores cotas de facturación y resultados.
Este año ‘bisagra’ o de cambio de tendencia, perfila un nuevo escenario en el que las empresas deben hacerse con los recursos necesarios, justo en un momento en el que la tendencia generalizada ha sido la de reducir estructura, que en muchos casos se ha situado en el mínimo para el desarrollo de los proyectos y trabajos.
Con ello no quiero decir que las empresas se lancen a contratar y a realizar inversiones de manera impulsiva, pero si llamar la atención sobre si estamos preparados para crecer, y si en el caso de que la respuesta sea afirmativa, hemos trazado un plan para abordar un nuevo horizonte de crecimiento.
Para delimitarlo correctamente, tenemos que realizar el ejercicio de echar la vista hacia atrás, valorando los errores que hemos podido cometer en el pasado, pensando cada paso que nos podamos plantear, y también, analizar la oportunidad de cada euro invertido, para que así podamosalinear este impulso de la manera más eficiente hacia la dirección planificada.