A primera vista, Carlos Guillermo Pérez Camacho parece un niño normal. Es alegre, divertido, le gusta la música de moda y practica la natación y el basquetbol. Sin embargo, a sus trece años ya realiza animaciones digitales de calidad, tiene un canal de YouTube con más de 500 suscriptores, un sitio Web, una página de Facebook con 8,700 fans y una patente.
Desde que recuerda, Carlos ha sido fanático del dibujo y de las animaciones por lo que siendo todavía muy joven aprendió a realizarlas en tercera dimensión. Su destreza en el uso de esta técnica, la cual aprendió gracias a un software que le enseñó un amigo de su papá, lo llevó a cursar un diplomado en la Universidad 3DMX en Guadalajara teniendo solamente nueve años. “No me querían dejar entrar por mi edad, pero cuando vieron mi trabajo me aceptaron”, afirma el joven tapatío.
A lo largo de su preparación en este curso, donde todos sus compañeros eran adultos, Carlos aprendió a hacer animaciones en flash en 2D, lo que se convirtió en su nueva pasión. Fue durante las primeras creaciones en plano bidimensional cuando se le ocurrió crear su canal de YouTube, Thevelocimotion -donde en un comienzo publicó videoblogs de sí mismo-, y a su famoso personaje Charles William, un “chavo” común y corriente que se enfrenta a las situaciones típicas de la pubertad.
“Trata de algunas cosas que me pasan a mí… Sólo las exagero un poquito”, dice Carlos quien actualmente se encuentra cursando primero de secundaria. “Las animaciones y el guión los hago yo; mis papás y algunos amigos me ayudan con las voces. La música la creo en Garage Band”, añade.
Además de la animación digital, otro de los grandes intereses de Carlos está en la ecología y en la protección del medio ambiente. Uno de sus últimos videos, “Salvemos el Ártico” muestra -de manera humorística- algunos de los terribles efectos que ocasiona el cambio climático. Al finalizar la animación, el jalisciense la envió a Greenpeace solicitándoles el uso de su logotipo. La organización ambientalista aceptó, por lo que sólo tuvo que agregarle subtítulos en inglés.
Viraliza tu experiencia
Lo que para Carlos inició siendo simplemente un hobby pronto se convirtió en un producto popular entre el público pre-adolescente.Todo comenzó cuando el animador participó en un concurso con algunos de sus mejores videos de Thevelocimotion. Aunque no obtuvo ningún premio, muchas personas se le acercaron diciéndole que les había gustado su trabajo y que querían ayudarle a darlo a conocer.
Esta experiencia y su talento, aunados a su participación en un grupo de Facebook donde los demás miembros compartían su contenido, han dado lugar a que su canal de YouTube cuente hoy en día con casi 30 videos de animaciones y alrededor de 105,600 reproducciones.
En los dos años que lleva dándole vida a Charles William, al que le dedica alrededor de dos horas diarias, el estudiante de secundaria ha sido entrevistado por varios medios locales y nacionales que lo han llamado “niño prodigio”.
Pensando en el negocio
A pesar de su corta edad, Carlos Guillermo ya tiene la mentalidad de un empresario. Tanto su marca como sus personajes están patentados y él cuenta con todos los derechos para su uso. “Una amiga me explicó sobre las patentes y entonces pensé que no quería que me lo robaran, así que me asesoré con mi papá y usé todos mis ahorros para registrarlos”, señala el talentoso joven.No obstante, su visión va más allá de crear divertidos personajes que entretengan a la creciente audiencia de YouTube y de otras redes sociales. Actualmente está buscando patrocinadores, con quienes se reunirá en los próximos días, y explorando la posibilidad de crear productos como camisetas, mochilas y zapatos a través de un sistema de licencias.
Aunque el creador de Charles William aún no ha definido la estrategia para comercializar su proyecto ya se está asesorando con personas que conocen la industria. Pero lo más importante es que hacer animaciones y posicionar su marca no sólo es una pasión, sino una meta que el emprendedor de trece de años tiene puesta en la mira y que está dispuesto a conseguir “aunque lo juzguen por su pequeño tamaño”.
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