La generación de contactos válidos es una de las claves de la publicidad y, sobre todo del marketing directo. Kelkoo empezó a ganar mucho dinero el día que supo explicarles a los comercios que los contactos que ellos generaban, “estaban en moviento para comprar algo concreto”. Es decir, el argumento era, si estás acostumbrado a vender a 1 de cada 200 contactos, los nuestros te producirán 30 ventas. Es decir, valemos 30 veces más para tí y eso nos lo tienes que compensar.
En la actual publicidad masiva por Internet el “volumen” prima sobre la “eficacia” y solo, cuando puedes explicarlo muy cerca de quién toma la decisión de compra, es posible convencer de que tus contactos son más caros porque son mejores.
Es muy difícil de conseguir porque a los grandes medios y a las centrales de compras les interesa más una medida de volumen, a la que tiene que prestar mucho menos seguimiento, que negociar pequeños paquetes de nuevos contactos más valiosos que, a ellos, les producen poca diferencia de ingresos.
Aparte de que siempre he creído que la publicidad en Internet hay que reinventarla, me gustaría conocer quienes de vosotros sois capaces de cobrar más por la calidad de los contactos que producís para un cierto sector de actividad económica.
Un artículo de Rodolfo Carpintier
viernes, 4 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
Enséñame la pasta
Hace algunos meses asistí a uno de esos eventos de exaltación dospuntocerolense que tanto abundan. Aquello era todo un "festival de la C". Colaboración, conversación, contribución… Solo faltaba una guitarra y una hoguera para que todos acabásemos cantando.
No voy a negar que este tipo de actos me asustan un poco. Tengo la sensación de estar rodeado por personajes de La invasión de los ladrones de cuerpos. Todo es perfecto excepto en una cosa: Que es demasiado perfecto.
Al finalizar la ponencia del gurú-guiri de turno, un inconsciente, despistado o alguien que no había sido abducido, preguntó algo parecido a esto: "Y aquí, ¿cómo se gana dinero?". Hubo una exclamación de asombro y disgusto. Me temí lo peor. Pero al final, todo quedó en un susto. Y aquel insensato se quedó sin respuesta.
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