Fuera de los problemas y necesidades que puede resolver un producto, cuando hablamos de marca, entran a jugar una serie de elementos que van mucho más allá de los que a simple vista parecen evidentes y que en muchos casos pueden ser los responsables de motivar la compra.
Si bien es importante contar con un buen producto, hay varios factores que intervienen en el proceso de compra a partir de los cuales un prospecto se forma una imagen o impresión de lo que un negocio o marca puede representarle o resolverle.
En este sentido no sólo es importante preocuparse por tratar de dejar una buena impresión en cada uno de los puntos de contacto que un cliente potencial somete a consideración durante su fase de exploración con nuestro negocio, sino que también es muy poderoso apelar a las emociones como una forma de influir en la decisión final de las personas y crear lealtad hacia la marca.