La paciencia, el saber esperar el momento, la calma y el sosiego
nunca han sido una de mis virtudes precisamente en el terreno
empresarial. Por el contrario siempre lo he querido todo aquí y ahora,
siempre he querido conseguirlo todo, tenerlo todo. Tenerlo todo ya, sin
más demora, sin dilación, pero eso no quita que reconozca que el valor de saber esperar es indispensable en el mundo de los negocios.
Obviamente decir que reconozco que el valor de saber esperar es
indispensable en el mundo de los negocios aunque no significa ni mucho
menos que no siga pensando que el ímpetu, que el hambre, que la sed de
éxito es el auténtico motor, es el auténtico impulsor de nuestras
empresas y de nuestras carreras profesionales, pero sí que significa que
entiendo que existen momentos que demandan sosiego, espera o reflexión serena.
Sosiego, espera y reflexión serena, sí. Sí a todo ello y en muchas
circunstancias, pero sí en su justa manera, pues no vaya a ser que de
tan sosegados y reflexivos, que de tanto esperar, nos hagamos ancianos esperando.
Y yo sin duda no quiero llegar a mayor diciendo lo que hubiese podido
conseguir, soñando con lo que habría podido ser, y no haberlo sido por
haber esperado, por haber sido sosegado y reflexivo.
El sosiego, la espera, y la reflexión entonces sí pero un sí en su
justa medida, no más allá. No más allá, pero tampoco menos allá, pues la
falta absoluta de estos tres factores también supone un grave riesgo
para nuestras carreras y para nuestras empresas. Ahora bien, si hemos de
correr riesgos, que sea siempre por defecto, que por exceso de precavidos, ¿no?
En Pymes y autónomos
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