lunes, 5 de diciembre de 2011

Cuando trabajar duro conduce al fracaso: 3 claves de éxito

En nuestra vida, las grandes decisiones las tomamos sin conocer realmente las razones que las provocan; no es posible preguntar a nuestros procesos cerebrales inconscientes qué tipo de información, motivo o emoción es realmente decisiva.  Decía Freud que nuestra mente consciente no controla nuestra forma de actuar sólo nos cuenta un cuento sobre nuestras acciones.

Pero hay principios y valores, “memes”, que desde nuestra infancia son introducidos en nuestros circuitos cerebrales y que están tan extendidos que condicionan nuestro comportamiento profesional. Probablemente el más extendido es que la perseverancia, el esfuerzo, la dedicación,… son la base del éxito.

Nuestras empresas están repletas de directivos con jornadas interminables que buscan ser seguidos y que lo logran con éxito provocando en nuestras empresas jornadas interminables,… para el bien de la empresa, pero que en realidad la conducen a la muerte.

Te propongo sacar este tipo de pensamientos de la semiclandestinidad donde están pues a menudo se convierten en “mentiras” que te pueden hacer fracasar.

10.000 horas de esfuerzo para construir un genio

Dicen que en la batalla de la vida no siempre la gana el más listo o el más preparado sino los que se esfuerzan, que la vida no es una carrera para sprinters sino para corredores de larga distancia que perseveran.

Dicen que el 90% de los que fracasan nunca fueron derrotados, solo renunciaron, no supieron perseverar, subestimaron el poder de la fuerza de la voluntad, el poder de entregarse y dar lo máximo de si mismos.

Dicen que la genialidad no existe sólo el 1% es inspiración que el 99% es transpiración. E incluso se ha llegado más lejos, se ha llegado poner un números de horas para conseguir este éxito o expertise: 10.000 horas, una cifra que Malcolm Gladwell señalo y que se ha convertido extrañamente en un número “mágico” para algunos.

Dicen, sí, lo habrás oído centenares de veces,  que sobrevaloramos lo innato, pero que lo importante es practicar, fracasar, y levantarse, y nunca, nunca rendirse, trabajar,…


Si, el éxito aparece tan fácil, tan alcanzable a todos. Se han escrito millones de páginas explicando que estamos en la sociedad que se basa en el ideal de la meritocracia, que se soporta en una idea simple y casi “mágica” si quieres conseguir lo que quieras tu puedes sólo esfuérzate, esfuérzate más que los demás.

El esfuerzo del directivo no sirve para las tres claves del éxito

 Como no podía ser de otra forma este discurso se ha trasladado al mundo empresarial y los directivos trabajan muchas horas y piensan que por ello serán excelentes profesionales. Es un hecho que en las empresas el sobreesfuerzo es algo que se valora y se estima,…y esto se intenta trasladar a la mayoría de profesionales. Pero parece que para los nuevos retos directivos el esfuerzo no ayuda mucho, no es la clave,… ¿Cuáles son las claves del éxito?

 1. El éxito es colectivo: El talento es de los equipos. Los grandes éxitos son éxitos colectivos, donde alguien puede aparecer como líder o protagonista, pero en realidad son éxitos que no se pueden dar en otros lugares o con otras personas.
En nuestras complejas organizaciones el esfuerzo excepcional de ninguna persona puede substituir a un esfuerzo mediocre de un equipo. Y muchos directivos no aprovechan bien sus equipos pero trabajan de forma desaforada,… hay algo más absurdo,… No aprovechan la inteligencia colectiva de las personas que suele estar infrautilizada, pero se quedan hasta muy tarde todos los días,…  no consiguen inspirar a sus equipos, muchas veces bloqueados emocionalmente por sobretrabajo. A veces intentan substituir un liderazgo inexistente  por su trabajo.

2. El éxito es entender el entorno cambiante: Por mucho talento que se tenga las personas exitosas están en entornos adecuados para tener éxito: no se podía haber construido Facebook en el África subsahariana, ni siquiera por el mejor equipo. Cómo conectamos con otros equipos, con otras empresas, con nuestros clientes, con nuestros proveedores, cómo adaptamos los modelos de negocio.

En nuestro complejo entorno trabajar duro en la dirección inadecuada sólo te permite hundirte más, de nada sirve trabajar duro en construir un producto que no se necesita o en hacer una operación que puede ser mejor hecha por otros. No adaptarse al entorno es la razón más clara del fracaso y del éxito, pero muchos directivos intentan substituir ideas por trabajo, cómo si trabajar más y mejor con la misma idea de negocio pudiera dar el éxito. Pero no tienen tiempo para explorar ni reflexionar por qué están haciendo otras cosas más importantes: están trabajando sobre lo conocido.

3. El éxito es reinventar tu trabajo: el futuro no pertenece a los que duramente han conseguido una expertise como grandes financieros, comerciales o hombres de marketing, pertenece a los que son capaces de olvidarse de cómo se llamaba su profesión, cambiarla y buscar otros caminos, de darse cuenta que buena parte de las 10.000 horas que invirtieron en ser expertos son un lastre, horas peligrosas que deben aprender a olvidar.
Pero te encontrarás muchos directivos enormemente preocupados por hacer mejor lo que hacían antes con los mismos métodos, preocupados por qué sus equipos sean más eficientes en lo que eran antes, en conseguir la maestría de un mundo que desaparece. Y cuando efectivamente desaparece intentan escuchar la voz dulce de la nostalgia de pasados remotos y se preguntan porque no trabajaron suficiente. Nunca se preguntan acerca de la creatividad ni por qué no hicieron la locura de tomarse tiempo para reinventarse.

Cuando el esfuerzo del directivo es perjudicial
 
Las duras y largas jornadas al que se enfrentan la mayoría de nuestros directivos no son gratis: provocan estrés, visión túnel y una enorme incapacidad para explorar nuevos caminos, conectar emocionalmente con otros, para dialogar, algo  básico para liderar equipos u observar reflexivamente y proactivamente la realidad,… El duro esfuerzo en hacer lo que siempre se hizo impide hacer aquello que es necesario para activar las verdaderas claves que permiten el éxito profesional.

Cuando cansado vayas hacia tu casa y a altas horas de la noche veas a uno de estos directivos encerrados en su despacho peleándose con alguna hoja de cálculo mientras en su entorno todo se transforma y él es ajeno, mientras se desprofesionaliza sin apenas darse cuenta y ha perdido la conexión emocional con sus equipos no pienses que este directivo vive en una prisión de cristal llamada oficina. Piensa que vive en otra prisión también transparente que crea nuestro cerebro, que es invisible y no se ve.

Nuestro cerebro funciona con “memes” antiguos que a veces nos aprisionan. Para hacerlos visibles necesitamos tiempo, tiempo que nuestro propio cerebro nos quita. Si, nuestro cerebro nos engaña, no siempre es adaptativo: ¡No le hagas caso! No trabajes tan duro, esto conduce al fracaso.

Un artículo publicado en Supervivencia Directiva

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