No obstante, y aunque los campañas publicitarias insisten en ser cada vez más parcas en palabras y en agobiar con muchísimo más trabajo al pobre director de arte (la media naranja del “copy”), los “copywriters” son una raza publicitaria milenaria que está muy lejos de extinguirse.
De hecho, muchos jóvenes continúan soñando con hilvanar auténticas obras de arte (publicitarias) con las palabras. Pero, ¿cómo sabe uno que su vocación de “copy” es verdadera (y no fruto de un mero capricho)? Si hacemos caso de la publicación W&V, éstas son las 10 señas de identidad de un “copy” de pura cepa:
1. Su novela está siempre casi lista.
2. La adaptación cinematográfica de su novela está también casi lista.
3. No puede imaginarse un mundo sin maravillosas (aunque abstrusas) hojas de instrucciones.
3. Va contracorriente y no tiene ordenados, como el resto de los mortales, sus estanterías de libros por colores.
5. En los vistosos (y a menudo chillones) videoclips de cantantes de rap no puede despegar los oídos de la letra de la canción.
6. No pierde ripio de la evolución (y también de la involución de su propio idioma). Conoce como la palma de su mano las mil y una versiones ortográficas de una palabra de origen extranjero.
7. Es un auténtico ratón de biblioteca y devora libros (de todo tipo) con fruición.
8. Es como una esponja. Absorbe conocimientos a la velocidad de la luz (pero los olvida también a la velocidad de la luz).
9. En su juventud era la “escritor fantasma” de las cartas de amor de sus amigos.
10. Los números no son definitivamente lo suyo.
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