El océano en el navegan las marcas, tanto grandes como pequeñas, está infestado de “tiburones”, y si hacemos caso de Branding Strategy Insider, estos son los escualos más peligrosos (y sedientos de sangre):
1. La pérdida de confianza
Cuando las marcas dejan en evidencia su ausencia de fortaleza moral, tanto por lo que hacen como por lo que deciden no hacer, los consumidores decidir cortar por lo sano su relación con ellas (al menos temporalmente). Y la confianza perdida sólo se recupera apostando de lleno por la transparencia.
Cuando las marcas dejan en evidencia su ausencia de fortaleza moral, tanto por lo que hacen como por lo que deciden no hacer, los consumidores decidir cortar por lo sano su relación con ellas (al menos temporalmente). Y la confianza perdida sólo se recupera apostando de lleno por la transparencia.
2. La falta de interés
En el mismo momento en que las marcas dejan de resultar interesantes para el consumidor comienzan también a ser poco atractivas y a quedarse sin “sex appeal”. La falta de interés por parte del consumidor se previene no perdiendo en ningún momento de vista los deseos del público objetivo (y haciendo realidad esos deseos).
En el mismo momento en que las marcas dejan de resultar interesantes para el consumidor comienzan también a ser poco atractivas y a quedarse sin “sex appeal”. La falta de interés por parte del consumidor se previene no perdiendo en ningún momento de vista los deseos del público objetivo (y haciendo realidad esos deseos).
3. La falta de foco
Dejarse engullir, como Alicia, en la madriguera del conejo blanco para adentrarse en el país de las maravillas puede resultar tentador. O lo que es lo mismo, que dejarse atrapar por las mil y una tendencias que hay sobrevolando en el universo “marketero” puede parecer a priori irresistiblemente atrayente, pero ¿merece de verdad la pena? A veces, en su afán por subirse a todos y cada uno de los trenes que hay a su paso, las marcas (y sus estrategias) se quedan “desenfocadas”.
Dejarse engullir, como Alicia, en la madriguera del conejo blanco para adentrarse en el país de las maravillas puede resultar tentador. O lo que es lo mismo, que dejarse atrapar por las mil y una tendencias que hay sobrevolando en el universo “marketero” puede parecer a priori irresistiblemente atrayente, pero ¿merece de verdad la pena? A veces, en su afán por subirse a todos y cada uno de los trenes que hay a su paso, las marcas (y sus estrategias) se quedan “desenfocadas”.
4. La falta de propósito
A veces, cuando se miran en exceso el ombligo, las marcas comienzan a hacer cosas que sorprenden para mal al cliente (y le dejan frío) o que simplemente traicionan su propio ADN como marcas. Para evitar quedarse huérfanas de propósitos, las marcas deben auscultar permanentemente los deseos y necesidades del consumidor y también sus propios deseos y necesidades como marcas.
A veces, cuando se miran en exceso el ombligo, las marcas comienzan a hacer cosas que sorprenden para mal al cliente (y le dejan frío) o que simplemente traicionan su propio ADN como marcas. Para evitar quedarse huérfanas de propósitos, las marcas deben auscultar permanentemente los deseos y necesidades del consumidor y también sus propios deseos y necesidades como marcas.
5. El ritmo equivocado
A veces la velocidad a la que operan las marcas está a años luz de la velocidad a la que se mueven sus propios clientes. Para evitar que las marcas y sus clientes se muevan a ritmos diferentes es necesario responder antes a al menos tres preguntas: ¿para qué necesita aún tiempo el consumidor?, ¿qué causa impaciencia en el consumidor?, y ¿a qué ritmo operan los rivales de nuestra marca?
A veces la velocidad a la que operan las marcas está a años luz de la velocidad a la que se mueven sus propios clientes. Para evitar que las marcas y sus clientes se muevan a ritmos diferentes es necesario responder antes a al menos tres preguntas: ¿para qué necesita aún tiempo el consumidor?, ¿qué causa impaciencia en el consumidor?, y ¿a qué ritmo operan los rivales de nuestra marca?
6. El fracaso a la hora de evolucionar
La lista de marcas (Kodak, Blockbuster, Nokia, etc.) a las que se les ha atragantado su propia evolución como marcas es larguísima (y continúa engordando). Por eso es tan importante que las marcas sean conscientes en todo momento de en qué sector de actividad se desenvuelven (para adaptarse a los cambios a tiempo).
La lista de marcas (Kodak, Blockbuster, Nokia, etc.) a las que se les ha atragantado su propia evolución como marcas es larguísima (y continúa engordando). Por eso es tan importante que las marcas sean conscientes en todo momento de en qué sector de actividad se desenvuelven (para adaptarse a los cambios a tiempo).
7. La falta de “insights”
En la era del Big Data sigue habiendo muchas marcas que continúan siendo incapaces de extraer “insights” verdaderamente valiosos de ese Big Data. Y sin “insights” del consumidor, las marcas están abocadas irremediablemente al fracaso.
En la era del Big Data sigue habiendo muchas marcas que continúan siendo incapaces de extraer “insights” verdaderamente valiosos de ese Big Data. Y sin “insights” del consumidor, las marcas están abocadas irremediablemente al fracaso.
8. Las grietas en la arquitectura de las marcas
Como en la arquitectura real, las grietas en la arquitectura de las marcas pueden llegar a resultar mortales. Razón de más para ser particularmente cuidadosos a la hora de introducir cambios en esa arquitectura (en el caso de fusión de dos marcas, por ejemplo).
Como en la arquitectura real, las grietas en la arquitectura de las marcas pueden llegar a resultar mortales. Razón de más para ser particularmente cuidadosos a la hora de introducir cambios en esa arquitectura (en el caso de fusión de dos marcas, por ejemplo).
9. La baja inversión en marketing
En el universo “marketero” la calidad se paga, por lo que es imposible que el “tijeretazo” en la inversión no se traduzca también en una merma de la calidad. Aumentar los presupuestos “marketeros” puede resultar indulgente, pero recortarlos es definitivamente irresponsable.
En el universo “marketero” la calidad se paga, por lo que es imposible que el “tijeretazo” en la inversión no se traduzca también en una merma de la calidad. Aumentar los presupuestos “marketeros” puede resultar indulgente, pero recortarlos es definitivamente irresponsable.
10. La falta de estética
En una era eminentemente visual las marcas que “cojean” en lo que a su identidad visual se refiere tienen muchas papeletas para “desenchufarse” del corazón del consumidor.
En una era eminentemente visual las marcas que “cojean” en lo que a su identidad visual se refiere tienen muchas papeletas para “desenchufarse” del corazón del consumidor.
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