Es cierto que en el saturado mundo digital en el que los usuarios reciben miles de mensajes cada día, es necesario tratar de llegar a la audiencia de manera atrayente pero eso no debe ir en perjuicio de la claridad de la comunicación.
Porque al fin y al cabo, lo único que una marca quiere es comunicar y si el mensaje no es simple, claro y directo, tenga por seguro que el consumidor no está dispuesto a esforzarse lo más mínimo para descifrar jeroglíficos imposibles.
Para todo marketero es más que complicado resistirse a esos seductores mensajes, juegos de palabras y demás malabares verbales para lograr la distinción de marca pero, lo cierto es que, en muchas ocasiones, resulta contraproducente.
Por un lado, otorgar personalidad a la marca a través de un tono y voz característicos puede hacerla parecer más humana. Pero por otro, puede suponer un obstáculo entre marca y consumidor. Y es que, lo que el consumidor demanda de la marca es un servicio rápido, sencillo y una experiencia sin interferencias.
Así que, apueste por una escritura clara que no tiene que ser ni aburrida ni mala. La buena escritura facilita el establecimiento de experiencias de marcas enriquecedoras por lo tanto no se complique, hágalo sencillo.
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