Sin embargo, esa ceguera que tanto nos asombra de Caperucita Roja es la misma que se ceba de vez en cuando con los profesionales del marketing. Y es que, como la buena de Caperucita, los "marketeros" son en ocasiones totalmente incapaces de detectar los peligros que les acechan (aunque estén sólo a un palmo de distancia).
De la (despistada) Caperucita Roja los “marketeros” pueden aprender laslecciones que disecciona a continuación Creative Guerrilla Marketing:
1. No se entretenga por el camino
Aunque su madre le dice a Caperucita que no se entretenga por el camino y que por nada del mundo hable con extraños, ésta hace caso omiso de la advertencia de su progenitora y termina distrayéndose mientras se encamina a casa de su abuelita (primero recogiendo flores y después charlando con el lobo feroz). Algunos “marketeros” hacen lo mismo que Caperucita y, en su afán por fijar la mirada en todas y cada una de las herramientas que salen a su encuentro, descuidan los objetivos que tienen en mente y que deberían ser en todo momento su meta.
Aunque su madre le dice a Caperucita que no se entretenga por el camino y que por nada del mundo hable con extraños, ésta hace caso omiso de la advertencia de su progenitora y termina distrayéndose mientras se encamina a casa de su abuelita (primero recogiendo flores y después charlando con el lobo feroz). Algunos “marketeros” hacen lo mismo que Caperucita y, en su afán por fijar la mirada en todas y cada una de las herramientas que salen a su encuentro, descuidan los objetivos que tienen en mente y que deberían ser en todo momento su meta.
2. Tenga siempre los oídos muy abiertos
Si siente que tan ocupado como está lanzando campañas “marketeras” a diestro y siniestro se está alejando peligrosamente de sus clientes, podría correr el mismo destino que Caperucita y ser devorado por el lobo feroz. Para un “marketero” los consumidores deberían ser siempre su obsesión y por eso está obligado a echar mano de herramientas para auscultar permanentemente sus deseos y necesidades.
Si siente que tan ocupado como está lanzando campañas “marketeras” a diestro y siniestro se está alejando peligrosamente de sus clientes, podría correr el mismo destino que Caperucita y ser devorado por el lobo feroz. Para un “marketero” los consumidores deberían ser siempre su obsesión y por eso está obligado a echar mano de herramientas para auscultar permanentemente sus deseos y necesidades.
3. No deje que sus enemigos tomen atajos
La eternamente distraída Caperucita deja que su enemigo, el lobo feroz, se le adelante y llegue antes a la que es a priori su meta (la casa de su abuelita). Para evitar que los competidores les adelanten, como a Caperucita, por la derecha (y por la izquierda), los “marketeros” deben tener constantemente la vista puesta sobre ellos (con las herramientas de análisis adecuadas).
La eternamente distraída Caperucita deja que su enemigo, el lobo feroz, se le adelante y llegue antes a la que es a priori su meta (la casa de su abuelita). Para evitar que los competidores les adelanten, como a Caperucita, por la derecha (y por la izquierda), los “marketeros” deben tener constantemente la vista puesta sobre ellos (con las herramientas de análisis adecuadas).
4. No se deje embelesar por palabras vacías
Caperucita queda tan hechizada por las dulces palabras que el lobo, disfrazado de su abuelita, le dirige desde su lecho, que no se da cuenta de que está siendo víctima de un engaño. A los “marketeros” les sucede a menudo algo parecido a lo que le pasa a Caperucita Roja. Y se dejan deslumbrar por las luces de neón de métricas (centelleantes pero inútiles) como los “shares” en los social media. Sobre el papel esas métricas lucen esplendorosas, pero a los de arriba (los jefes de los “marketeros”), les interesan otros números: los que dan cuenta de las conversiones reales de las campañas puestas en marcha por el departamento de marketing.
Caperucita queda tan hechizada por las dulces palabras que el lobo, disfrazado de su abuelita, le dirige desde su lecho, que no se da cuenta de que está siendo víctima de un engaño. A los “marketeros” les sucede a menudo algo parecido a lo que le pasa a Caperucita Roja. Y se dejan deslumbrar por las luces de neón de métricas (centelleantes pero inútiles) como los “shares” en los social media. Sobre el papel esas métricas lucen esplendorosas, pero a los de arriba (los jefes de los “marketeros”), les interesan otros números: los que dan cuenta de las conversiones reales de las campañas puestas en marcha por el departamento de marketing.
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