No sé por qué, pero hasta hace muy poco, cuando tenía ideas de negocio las pensaba en pequeño: “bueno, si me da un sobresueldo… ya estará bien, o bueno, si me da para autoemplearme, estaría genial”.
Ahora ya no.
El cierre de la empresa en la que trabajaba por cuenta ajena y el nacimiento de mi primer hijo me han hecho salir del armario y decir con orgullo que soy emprendedor.
El tener la suerte de participar en iniciativas de emprendeduría como el programa Linktostart o la factoría de emprendedores Vive Asima, me ha cambiado radicalmente mi manera de ver las startups.
Ahora, a la hora de empezar a desarrollar una startup, me hago preguntas como estas:
- ¿Cómo me gustaría que fuese mi startup de aquí a X años?
- ¿Me veo feliz con esta startup que estoy imaginando?
Haced este ejercicio, como si tuvieseis la lámpara de Aladín en vuestras manos… ya veréis que incluso para soñar nos cuesta dejarnos llevar.
El tener este sueño bien presente me es de gran utilidad para no perderme en el día a día y calibrar si lo que estoy haciendo me aleja o me acerca a ese sueño. Es una brújula: sé que el camino hará muchos zig-zags y muchas veces me desviaré… pero la brújula me seguirá marcando el norte.
Ahora mismo, estoy implicado en dos startups. Una de ellas, BuenosProfesionales.com, que empecé a soñarla en pequeñito y 5 años después es una startup pequeñita que funciona en piloto automático.
La otra es una autoescuela online: autoescuela Súper Express. Podríamos decir que aún le quedan unos meses de gestación (disculpadme, pero es que tengo la paternidad muy cerca aún) y espero dar a la luz este verano.
Esta startup , la autoescuela online, la he soñado en color, en 3D, en full HD, o mejor, en altísima definición, en 4K.
No sé qué le deparará el futuro: es un startup y la incertidumbre es una parte inherente de la definición de startup, pero de verdad que el tener claro mi sueño me ayuda mucho en el día a día de esta montaña rusa que es emprender.
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