La idea es simple y muy cierta: todo lo que hacemos como trabajar a deshoras, tomar riesgos, no dormir lo suficiente, no salir de vacaciones y todos los sacrificios que realizamos en la búsqueda del éxito tienen un solo objetivo, y ese es el de alcanzar la felicidad, ya sea para nosotros mismos o para nuestros seres queridos.
La frase “el dinero no compra la felicidad, pero prefiero llorar en un Ferrari” la hemos escuchado miles de veces, y si bien nos hace reír un poco, si estás leyendo este artículo es muy probable que estés sumamente consciente de cuán cierto es.
1. No te olvides de cuidarte:
Aquello que nos interesa, está siempre al alcance, pero muchas veces nos olvidamos de cuidarnos a nosotros mismos en nuestro deseo de atender todas las necesidades de nuestra empresa y los de nuestros seres queridos. Y francamente, si no buscamos cuidar nuestra propia felicidad, no tardaremos mucho en darnos cuenta de que no es sostenible aquella búsqueda de felicidad para otros.
El dinero no lo es todo, ser la compañía más grande del mundo no garantiza afluencia emocional, pero sin embargo, si aquello que amamos está a nuestro alcance, si las personas que nos importan están disfrutando de la vida y nosotros podemos garantizar su bienestar… entonces vaya que sí importa.
Esto es especialmente notable cuando viajamos. Los viajes de trabajo muchas veces ponen un peso sobre nuestros hombros y sobre nuestras relaciones; las pocas horas después del trabajo que podemos pasar con la familia o los fines de semana los terminamos pasando en otra ciudad o en otro país. Pero afortunadamente siempre hay formas de ajustar nuestros ritmos para asegurarnos de obtener el contacto necesario, y los descansos que marcan una gran diferencia en nuestro humor, y por tanto, en el éxito que podemos alcanzar.
Los cambios necesarios para cubrir nuestras necesidades emocionales (y sí, que tedio hablar de emociones cuando estamos hablando de negocios, pero mente sana en cuerpo sano impulsarán una empresa sana) pueden ser mínimos.
2. Busca lo que te haga bien:
Simplemente es cuestión de localizar aquellas áreas que nos hacen sentir bien, aquellas partes del día que realmente marcan una diferencia entre un día bueno y uno malo:
- ¿Necesitas hablar con tus hijos todos los días? ¡Organiza tus horarios y concierten “citas” por Skype!
- ¿Algo de lectura? Tan sólo 20 minutos podrían iluminar tu día, y los puedes llevar a cabo en el transporte o antes de dormir, como un método de relajación mucho más efectivo que dar vueltas en la cama por horas cargado de preocupaciones del día siguiente.
- Si estas de viaje y necesitas ejercitarte ¡regístrate en hoteles que tengan gimnasio!,
- Atiende a Misa o a tu Iglesia si eres creyente (yo lo soy) y eso te hará feliz,
- Come aquello que te agrada,
- Elige el transporte público si lo disfrutas.
Conclusión
Las pequeñas cosas que haríamos si no necesitáramos trabajar, muchas veces son factibles dentro de nuestro día de trabajo, y pueden crear un ambiente placentero en todos los aspectos de nuestra vida.
El éxito no garantiza la felicidad, pero la felicidad, realmente puede tener un impacto en cuán exitosos somos: tener esto en mente y darnos cuenta que nuestro bienestar es una pieza clave para desempeñar nuestro trabajo de manera mejor, es clave. Cuídate, vale la pena.
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