Hace unos días publiqué este artículo en el Diario de Sevilla: “Cómo estudiar en las mejores universidades americanas sin moverse de casa”, en el que hablaba de la educación online y reflexionaba acerca de su futuro y su relación con la educación tradicional.
Para aquellos que nunca hayáis escuchado nada sobre estos cursos
online, os dejo un vídeo de una de las últimas iniciativas que se han
lanzado, EdX. Esta plataforma ha sido creada por la
Universidad de Harvard junto con Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT), y la recientemente incorporada Universidad de
California-Berkeley. Parece que las Universidades más
prestigiosas el mundo no piensan quedarse atrás y están dispuestos a
revolucionar aún más el mundo académico.
Un aspecto que no traté en el artículo, y que encaja mejor en este foro, fue la posibilidad de convertir en un negocio rentable este tipo de cursos.
No son pocas las críticas que han recibido algunas de las nuevas
plataformas que ofrecen este tipo de curos online y que están
acometiendo fuertes inversiones sin, a priori, recibir ningún tipo de
contraprestación. Por poner un ejemplo Coursera ya ha obtenido una financiación superior a los 20 millones de dólares (la plataforma fue lanzada con una inversión inicial de 16 millónes de dólares). Pues bien, planteo tres posibles modelos de negocio. Seguro que los lectores podéis plantear más.
En primer lugar, el modelo seguido por Udacity
que ya analizaba en el anterior artículo. La intención de su fundador,
el Profesor Thrun (impartía la clase de inteligencia artificial de
Stanford) es crear una red de contactos entre jóvenes
con talento y empresas del sector. Éstas, pagarán un 20% del salario del
primer año de las contrataciones que realicen éstas entre alumnos de
Udacity, que actuará como agencia de empleo. El
objetivo es que, con el valor generado al emplear al 5% de los
estudiantes más brillantes del curso, se pueda financiar la educación
gratuita del resto del mundo.
Otro que parece factible es cobrar una pequeña cantidad por cada
curso a quienes quieran acceder a ellos. Por ejemplo, actualmente los
cursos “Financial Markets” de la Universidad de Yale o “Technology Entrepreneurship” de la Universidad de Stanford son
seguidos por más de 100.000 personas alrededor de mundo. Estos cursos,
ofrecen aproximadamente 20 horas de formación (además de seminarios y
acceso a datos o materiales académicos, ejercicios, exámenes, etc). No
sería descabellado pensar que dada la creciente proliferación de este
tipo de cursos, cada día más y más gente realice estos cursos.
Supongamos que las plataformas y Universidades que los ofrecen decidan
cobrar 20 dólares (por poner una cifra) por curso, en cuyo caso
estaríamos hablando de varios millones de dólares por un solo curso de
varios meses (que además se vendería una y otra vez). El coste para el
alumno es muy bajo teniendo en cuenta que tendría acceso a las clases de
algunos de los mejores profesores del planeta.
Otra opción sería ofrecer un upgrade, un
acceso a más servicios (más ejercicios, artículos científicos, etc) a
cambio de pagar una módica cantidad. O bien, cobrar a aquellos alumnos
que deseen un certificado oficial, haciéndoles pasar algún tipo de
prueba específica u otros requisitos adicionales (ideal para aquellos
que busquen la certificación del conocimiento).
Por poner un ejemplo personal, hace unos años hice un curso de macroeconomía de varios meses en la Universidad de California-Berkeley,
y si nos ceñimos a lo más importante del mismo que es la lección
magistral del profesor, no tiene mucho que envidiar a este otro de microeconomía
que ofrece online el MIT. Es cierto que el curso online no puede
ofrecernos el valor añadido de la formación presencial en la que se
puede preguntar al profesor, interactuar con los compañeros… pero
también es cierto que 1) la diferencia de precio de la que estaríamos hablando sería de unas 100 veces superior del presencial que del online y, 2)
el curso online te permite hacerlo en tu tiempo libre, después de
trabajar o cuando te apetezca, sin tener que desplazarte, ni bloquear tu
tiempo de manera fija.
Dicho esto, mantengo mi opinión de que la educación online no debe
ser acogida como sustituta de la educación presencial tradicional, sino
como un magnífico complemento. Por ejemplo, un ingeniero que quiera
hacer este curso de introducción a las finanzas, o un economista que quiera hacer este otro de introducción a la programación.
Y por supuesto, tanto un tipo de cursos como otros, solo aportarán
valor si el que decide realizarlos está motivado por aprender.
Y a vosotros, ¿Qué otros modelos de negocio se os ocurren?. Desde luego, posibilidades de monetización existen, y muchas.
Hola!! Me parece excelente este tipo de inversiones y que con el tiempo será una tendencia en aumento. Yo estudio en la UTEL, es en línea de igual forma, y considero una buena oportunidad para aquellas personas que desean continuar estudiando y que por su ritmo de vida no lo logran hacer. Mucho éxito!!
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