Seguro que todos hemos pensado alguna vez que si en algún momento
abandonáramos la empresa, el proyecto en el que estamos trabajando
dejaría de ser rentable y por tanto la empresa tendría que abandonarlo. Y
puede que efectivamente seamos la persona más importante para el
correcto desarrollo del proyecto, pero nunca seremos imprescindibles; es más, puede que incluso seamos trabajadores mucho más prescindibles que otros.
Sentirse imprescindibles es uno de los males de los jefes y de los
empleados que en muchas ocasiones puede incluso conducirnos al ridículo.
La pregunta que nos debemos hacer no es cómo puedo hacer para llegar a
ser absolutamente imprescindible, si no más bien cómo podemos afrontar el hecho ser reemplazables.
Siempre va a haber otro trabajador que desempeñe la misma tarea que
nosotros realizamos, sobre todo cuando se trata de trabajos no
excesivamente cualificados. Esto lo percibe claramente cuando tras una
ausencia prolongada, todo sigue funcionando igual o incluso mejor que
antes. Pero todo esto puede llegar a ser contraproducente.
Un buen jefe no tendría por qué pensar que nada funciona en su
ausencia. Si nos vamos de vacaciones, mejor dejemos el móvil en casa;
seguro que los empleados están haciendo el trabajo muy bien en nuestra
ausencia.
Algo que puede parecer tan obvio, puede no serlo tanto para el tipo
de profesionales que se creen imprescindibles. Una elevada autoestima
puede llevar a situaciones de estrés y de ridículo que son difíciles de superar.
En estos casos, es cuando deberían intervenir los niveles más altos de
la organización para evitar que se existan trabajos que dependan de una
sola persona, que además pueden poner en peligro la estabilidad
organizativa y el trabajo en equipo.
Además, el supuesto sujeto “imprescindible” puede tener información a
la que en un principio solo pudiera acceder él, y no quisiese
transmitirsela a ningún trabajador más. Es por ello muy importante que el conocimiento esté diversificado entre varios compañeros
para así evitar este tipo de situaciones cuyo riesgo es elevado, sobre
todo si esa persona abandona la empresa y ese conocimiento es utilizado
por la competencia.
Es por ello importante saber motivar a los empleados, pero no llegar
nunca al punto de hacerles sentirse totalmente imprescindibles. De esta
manera lograremos una mejor eficiencia organizativa.
En Pymes y Autónomos
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