Cuando una empresa experimenta un crecimiento muy rápido en un período de tiempo muy corto, en todos los departamentos se generan multitud de nuevas situaciones que pueden parecer descontroladas y que nos podrían inducir al desalineamiento con los objetivos de negocio y estratégicos de la compañía.
Ante esta situación, es fundamental que quienes somos responsables de equipos y dirigimos áreas clave dentro de la organización sepamos reaccionar de una manera controlada, imprimiendo orden, metodología, visión a medio y largo plazo y, sobre todo, mucho sentido común.
Si con Lean Startup aprendemos cómo reducir el riesgo a la hora de lanzar proyectos innovadores al mercado, ¿por qué no aplicar esta misma metodología a nuestra propia estrategia de marketing? Experimentando rápido, fallando pronto y midiendo de forma constante los resultados.
Lean nos habla también de imprimir velocidad a los procesos, haciendo que el equipo se mueva rápido, poniendo el foco en las tareas y métricas que realmente importan, y tomando decisiones solo en base a datos que nos permitan crecer. Y esto mismo nos lo podemos llevar al marketing: ser capaces de activar proyectos de forma constante y veloz, con unas implicaciones de recursos reducidas y con un aprendizaje igual de constante y rápido.
Debemos estar muy despiertos para detectar los problemas en los que realmente merece la pena trabajar para solucionar con rapidez. El día a día y la avalancha de necesidades nos pueden nublar la vista y hacer más difícil, incluso imposible, la capacidad de detectar aquello en lo que conviene centrar la atención… y los esfuerzos.
Esta es una de las claves para que nuestros equipos sean mucho más eficientes. Pero también debemos dotarles de las herramientas adecuadas para que puedan desarrollar un trabajo más colaborativo, aplicando una metodología ágil en la planificación y ejecución de su trabajo, y enfocarlo todo con el objetivo de conseguir un crecimiento rápido y altamente efectivo.
Prueba y error, tiempo real y analítica son las claves del nuevo marketing. No hay mejor método para responder a la vorágine de cambios constantes que nos rodean. Y si lo hacemos bien, podremos conseguir, con unos costes más reducidos, un mejor y mayor impacto en los objetivos de nuestra estrategia de marketing.
Además, es fundamental eliminar desperdicios y todo aquello que no aporte valor y que genere gastos innecesarios y pérdidas de tiempo, tanto en procesos como en procedimientos, desechando instrucciones confusas y poco definidas, malas especificaciones y cambios recurrentes.
Otro aspecto importante es aprender a implementar tareas de valor, apostar por los briefings sencillos, definir y cumplir workflows eficientes, usar herramientas colaborativas en la nube, establecer responsabilidades y mejorar la comunicación interpersonal entre el equipo. Y en el reto de ir asimilando todos estos puntos, vamos a ponernos objetivos más pequeños, pensando a lo grande, sí; pero resolviendo poco a poco.
En definitiva, se trata de construir, medir y aprender, para adaptarse al ritmo cambiante del mercado con un marketing mucho más "agile". Eso sí, tenemos que estar preparados para asumir los errores, porque se cometerán, y de forma frecuente. Pero el aprendizaje será mayor y perdurará en el tiempo.
Por Iñaky Bau
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