La mayoría de las personas experimentan algún grado de exclusión o aislamiento social a lo largo de su carrera profesional.
Hay investigaciones que han demostrado que experimentar el ostracismo en el lugar de trabajo puede ser más dañino psicológicamente que ser el objeto de un comportamiento agresivo más abierto.
El ostracismo es perjudicial, ya sea deliberado o no, porque los seres humanos, tenemos una necesidad social fundamental de pertenecer, de hecho, desde una perspectiva evolutiva, dependemos de pertenecer a un grupo para sobrevivir.
Por lo tanto, la ausencia del compromiso social esperado es una amenaza para una necesidad fundamental, señala que somos socialmente inútiles y un mal ajuste para esa misma comunidad de la que se depende.
Para superar una situación de ostracismo, el primer paso es cognitivo ya que depende de tu propio sentido de cómo tu experiencia difiere de las normas sociales, o del comportamiento que generalmente esperarías en una situación dada. Comprender mejor las normas de una situación y la intención detrás de ella puede mejorar su perspectiva sobre el episodio en sí mismo.
Habla con otras personas que conozan la situación, tal vez haya algún otro contexto social del que necesites saber, como por ejemplo, que no muestras tu influencia en el equipo o la relevancia.
Si se comenta, hay que tener presente que el ostracismo es difícil de detectar desde el exterior y es muy común que nadie más vea lo que está sucediendo, incluso cuando realmente está sucediendo.
El apoyo social es fudamental, busca personas que valoren tus contribuciones al equipo, o que te valoren socialmente, y pasa más tiempo con ellas. Las interacciones sociales positivas contribuyen en gran medida a mejorar nuestra estima y brindarte la confianza que necesitas para enfrentarse con relaciones más difíciles.
Como última opción queda la confrontación directa con la persona que excluye. Esto tiene sus riesgos, especialmente porque hay muchas posibilidades de que la persona no lo haga a propósito, o si lo hace, no lo admita. Por eso antes de hacerlo, conviene evaluar si enfrentarse ayudará a resolver el problema, en lugar de empeorarlo.
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