Emprender es una actividad que puede ser maravillosa, pero como hemos visto otras veces, ni es para todos, ni todo el mundo debe lanzarse al mundo del emprendimiento si no está realmente preparado, si no sabe qué es lo que hay detrás de ese supuesto éxito al que aspira. Por este motivo, hemos elaborado un decálogo que muestra diez motivos que indican que tal vez todavía no estés listo para dar el salto.
Tienes ilusión pero no tienes un plan de negocio
Es verdad que la ilusión, la pasión por lo que haces es una de las claves que te van a ayudar a poner en marcha tu negocio. El problema es que no es suficiente. De ilusión no se vive, necesitas también un plan que te permita ver cómo vas a ganar dinero y cómo va a crecer tu empresas. Si la idea de realizar un plan de negocio no te parece demasiado atractiva y prefieres lanzarte a la aventura, entonces puede que ser emprendedor no sea realmente lo tuyo.
No tienes dinero o un Plan B
Teniendo en cuenta que los bancos parecen cada vez menos dispuestos a financiar una aventura empresarial, tener dinero o acceso a fuentes de financiación más o menos estables, es fundamental para poder lanzar y mantener nuestra empresa. Si bien es cierto que en un principio podemos recurrir albootstraping o a la clásica combinación Friends, Fool’s and Family, lo cierto es que esto puede no ser suficiente y tarde o temprano vamos a tener que encontrar financiación.
Por otro lado si decidimos emprender, debemos hacerlo teniendo siempre un Plan B, un saber qué hacer en caso de que las cosas nos vayan mal. Si no tenemos una alternativa, vamos a tener miedo durante todo el proceso y no vamos a ser capaces de arriesgar lo necesario.
Tienes una gran idea, que no tiene sitio en el mercado
Puede que creas tienes una idea revolucionaria, pero a menos que sirva para resolver un problema o de respuesta a una necesidad, vas a tener muchas dificultades para encontrar clientes. Uno de los principales problemas que cometen muchos emprendedores novatos es intentar dar soluciones a problemas que no existen, o que son tan minoritarios, que no tiene sentido el esfuerzo
Estás afrontando grandes cambios en tu vida personal
A lo mejor te acabas de casar, o ha nacido tu primer hijo, o acaba de morir un ser muy querido para ti. Si tu vida personal se encuentra en una etapa de transición, sometida a mucho estrés y cambios, tal vez no necesites el nivel adicional de estrés que te va a suponer el lanzar tu propio negocio personal. Antes de emprender, asegúrate que estás en una fase estable de tu vida y sobre todo, que no lo haces por pura necesidad.
Todo lo que quieres es ser tu propio jefe
Si lo único que te motiva para emprender es que quieres ser tu propio jefe, considera que cuando lances tu propia empresa, tampoco lo serás. Tus auténticos jefes serán tus clientes, que te dirán qué es lo que tienes que hacer y cómo tienes que hacerlo. Y si no te gusta lo que tienen que decirte y prefieres hacer las cosas siguiendo tu “instinto” dejarán de comprar. Te quedarás sin clientes y además habrás perdido la seguridad financiera que te proporcionaba trabajar para una empresa.
Eres la principal fuente de ingresos de tu familia
Dar el salto al mundo del emprendimiento cuando eres la principal fuente de ingresos de tu familia, no suele ser una buena idea. Especialmente si no sólo eres la principal, sino la única fuente de ingresos.
No tienes experiencia en el sector
Has sido abogado durante buena parte de tu vida, pero tu sueño siempre ha sido tener tu propia pastelería. Desde luego ser un gran pastelero puede ayudar a montar tu negocio, pero si no tienes ningún tipo de experiencia en el contacto con proveedores, la gestión de un local comercial o la gestión de personal a tu cargo, tal vez deberías considerar iniciar un negocio personal en el mundo de la abogacía y mantener la pastelería como un sano hobby que te ayuda a desconectar.
Quieres hacer lo que te gusta
Hacer lo que te gusta es un buen motivo para emprender, pero no lo es tanto si es tu único motivo. Pocos emprendedores se dedican a lo que realmente les gusta 40 horas a la semana. Volviendo al ejemplo de la pastelería del punto anterior, lo cierto es que aunque lo que más nos guste del proceso sea el hecho en sí mismo de hacer pasteles, lo más probable es que tengamos poco tiempo para ello. Buena parte del tiempo lo pasaremos en la parte administrativa del negocio, hablando con bancos, negociando con proveedores, cuadrando los horarios de nuestros empleados, etc. Al final va a ser otra persona la que se encargue de hacer los pasteles.
No sabes mucho de empresas
Aunque desde luego no necesitas tener un MBA para poner en marcha tu negocio, sí que ayuda mucho tener conocimientos básicos de marketing, contabilidad, gestión, finanzas y en general, administración de empresas. Puedes formarte en una universidad o realizar seminarios, leer libros, etc. En cualquier caso necesitarás tener esa base si lo que quieres es emprender.
No estás tan motivado
Tener tu propio negocio debería ser lo máximo para ti. Debería ser la actividad que más te gusta de tu vida, aquella por la que estarías dispuesto a sacrificar casi todo, aquella por la que trabajarías 80 horas a la semana si fuese necesario. Si no es el caso, tal vez deberías pararte un momento a pensar si eso es lo que realmente quieres hacer.
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