Se conocieron en la Universidad de Guayaquil cuando ambos estudiaban la carrera de Administración de Empresas y el destino los unió en amor y trabajo. Es la historia de Jaime Cevallos, oriundo de Chone, y Aída Arellano, de Manta.
Desde hace 20 años tienen, en la segunda etapa de la Alborada su negocio de venta de productos manabitas llamado María José, como es el nombre de su hija.
“Todo el mundo cree que yo soy María José”, dice Aída, mientras que su esposo en son de broma añade: “Y en cambio la gente piensa que yo soy José y mi esposa María”.
“En noviembre del 89 empezamos aquí en la Alborada con productos manabitas, vendíamos queso, mantequilla blanca, sal prieta, tortillas de maíz y de yuca”, comenta Aída Arellano, quien desde que era universitaria deseaba tener su propio negocio.
“Teníamos que trabajar veinte horas al día para poder pagar las deudas que teníamos y los préstamos que habíamos realizado”, recuerda Jaime.
Debido a la constancia y el sacrificio que les representó al principio el negocio, esta pareja de esposos ahora administra su local y sus colaboradores a diario elaboran alrededor de 500 empanadas de queso, carne, pollo y de jamón y queso; en total a $ 0,50 cada una, sea cual fuera el relleno. También venden la tradicional leche de soya casera, a $0,50 la botella de medio litro, así como panes de yuca.
“Si el cliente viene con un dólar sabe que puede tomarse una leche de soya y una empanada, pero si le subo el precio ahí el cliente ya no puede, entonces nosotros hemos estandarizado nuestros precios”, explica Jaime, encargado de llevar las cuentas del negocio.
Además de las empanadas y leche de soya, en María José se puede comprar el queso manaba, sal prieta, maní molido o crema de maní, almidón para elaborar el pan de yuca, así como la masa para rellenarla con queso y meterlas al horno.
Jaime Cevallos recuerda cuando recién emprendieron su negocio, al terminar la jornada se iba en bicicleta desde la segunda etapa de la Alborada hasta Sauces VII con su esposa, “pero gracias a Dios nunca nos ha pasado nada”, confiesa este cristiano.
El olor a empanada es capaz de despertar el apetito a cualquier transeúnte que pase por el negocio que está ubicado en la avenida Rodolfo Baquerizo Nazur, antes de llegar a la avenida Agustín Freire.
El Universo
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