Estos días estivales nos suelen servir para hacer balance de cómo ha
ido el año. Como ha sido difícil para la mayoría, me gustaría tener un
recuerdo para todos aquellos emprendedores que han visto sus proyectos
fracasar. Sobre todo para aquellos a los que su aventura les ha llevado a
una situación economía crítica. Aunque sirva de poco, mi más sincero
apoyo y admiración.
En una situación así, posiblemente no es buen momento para animar a
nadie a volver a intentarlo. Ni muchísimo menos esa es mi intención.
Pero si me gustaría hacer ver que, justamente, de los fracasos se
aprende más que de los éxitos y que, aunque en los primeros momentos
sentirse deprimido es lo más normal, se puede ver el vaso medio lleno y
conseguir que el defecto se convierta en virtud. La realidad es que el
fracaso le concede un bagaje importante al emprendedor.
Socialmente tenemos alergia a la palabra
fracaso pero, si se quiere aprender algo de los malos momentos, a las
cosas hay que llamarlas por su nombre y no intentar enmascararlas con
eufemismos. Un buen ejemplo lo tenemos actualmente con la situación
económica de España ¿rescate o no rescate?
Para lo primero que le tiene que servir el fracaso al emprendedor es para conocerse mejor. Con respecto a esto, Rafael Galán y Javier Escudero en su libro El error positivo
hacen referencia a las conclusiones de un estudio sobre cómo evalúa el
ser humano los errores (que son los que nos llevan al fracaso). Fue
realizado en el 2007 por los psicólogos estadounidenses, Lisa Blackwell y
Kali H. Trzesnieswski.
En sus investigaciones demostraron que las personas que mejor
desempeñan sus funciones no pierden el tiempo rumiando sus fallos, sino
que buscan la forma de resolver los problemas y las estrategias a seguir
para que no les vuelva a ocurrir.
A la hora de aprender, concluyeron que hay dos tipos de personas:
aquellas cuya confianza en sí mismos se viene abajo con los errores,
porque los atribuyen a una falta de habilidad y evitan los retos porque
en ellos es habitual cometerlos, y aquellas personas que creen que los
errores ofrecen oportunidades, que quieren aprender por encima de
cualquier otra cosa, y creen que si trabajan más consiguen más.
Para lo segundo que nos puede servir es para reforzar nuestro carácter. En mi post Cualidades para superar la crisis,
hablé del carácter como la cualidad que nos permite ser perseverantes
ante los obstáculos y de que no debemos tener miedo a afrontar nuevos
retos, pues nuestro carácter viene marcado por las veces que nos hemos
sabido levantar.
En definitiva, reitero lo dicho anteriormente, no es mi intención
animar a nadie a que vuelva a intentarlo, no me atrevo. Pero si creo que
es positivo compartir las experiencias. Por eso sí animo a compartir
los malos finales. No sólo se tiene que aprender de los errores propios,
también se puede aprender de los ajenos, aunque esto suponga un gran
esfuerzo, pues a nadie le gusta reconocer que se ha equivocado.
Un artículo de Jorge Fernandez
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