Implicar a otras personas en un proyecto personal de emprendimiento
no es una tarea sencilla, y en ocasiones, exige dedicarle un tiempo
precioso que obliga a plantearse la verdadera necesidad de tener otros compañeros de viaje en la aventura de emprender una iniciativa empresarial.
Aquellos que se deciden por emprender en solitario son a quienes se
les conoce como solopreneur. Si hacerlo en pareja o en grupo exige
asumir una serie de riesgos y condiciones, hacerlo en solitario exige
imponerse una disciplina incluso mucho más severa que cuando se hace en
compañía y para ello es conveniente seguir unas pautas de comportamiento.
De esta manera, hay que empezar por plantearse de aquí a tres años
¿cuántas horas diarias, semanales, mensuales se van a trabajar?. ¿Como
afectará a mis disponibilidades de efectivo?. ¿Cuál será mi principal
vía de ingresos?. ¿De qué formas crecerá el negocio?. A todas estas
preguntas hay que ser capaz de responderlas.
Esto nos ayudará a establecer una vision de negocio,
es decir, diseñar un plan que nos indique a donde queremos llegar. Tan
importante como establecer los objetivos que se quieren alcanzar es
tener presente que hay que ser flexible para poder adaptarse a los
cambios que se produzcan en el entorno.
Emprender solo no significa estar aislado, por
tanto, hay que establecer contactos y relacionarse, es decir, trabajar
el networking, con independencia del modo que se elija, personalmente o a
través de los medios sociales disponibles.
Por último, en ocasiones se olvida que se tiene vida personal y no
se puede obviar la necesidad de conciliar vida profesional y personal. Y
una forma de conciliación es disfrutar y celebrar todos aquellos logros que se vayan consiguiendo a medida que se vayan obteniendo y hacer partícipes de los mismo a las personas de nuestro entorno.
Pymes y Autónomos
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