Habitualmente suelo escribir mi colaboración en este portal partiendo
de una noticia de actualidad. Leo algo interesante que me inspira un
tema de interés para emprendedores y empresarios y hablo sobre él.
Me váis a permitir que esta semana no siga esta práctica. No voy a
escribir desde una sola noticia. Voy a hacerlo a partir de todas.
¿De todas?, ¿Cómo es eso?. Vivimos unas semanas en las que estamos
saturados de noticias. Que si prima de riesgo, que si nacionalizaciones,
que si cacerías, que si disculpas, que si tijeras… Uff, no sabe uno
dónde acudir.
Me recuerda ésto a una fábula que me contó mi padre cuando era
pequeño, que circula, también, por Internet. Voy a compartirla con
vosotros:
Érase una vez, no se cuándo, en algún
lugar, que no se cómo se llama, en un tiempo que no se mide ni con
reloj ni calendario, se organizó una competición entre todos los sapos
de la zona.
Todos partían del valle y debían llegar a la cima de una
altííííísima montaña. Durante semanas todo el mundo se hizo eco de la
contienda. Tal era la expectación que, cuando llegó el día, había
muchísima gente a lo largo de todo el trayecto. Miles y miles y miles,
agolpados en todo el recorrido esperando ver qué harían los sapos.
Esperando ver quién ganaría.
Preparados, listos… ¡YA!… Y salieron todos los sapos. Como uno
nunca sabe el tiempo que va a hacer, resultó que aquel fue el día más
caluroso de todos. Todos los sapos estaban acalorados, no había agua y
avanzaban lentamente.
La multitud comenzó a desesperarse por la lentitud. ¡No lo
conseguirán!, decían unos. ¿Con la que está cayendo (refiriéndose al
sol)? ¡Imposible!, estos se retiran. ¡Sin agua!, ¡con este calor!, nadie
llegará.
Los sapos, agotados, miraban lo que quedaba de camino, miraban al
sol y miraban a la multitud… Y desistían. Así un sapo, otro sapo, y
otro, y otro… Poco a poco, unos antes, otros despues, se fueron
retirando todos… ¿todos?, no todos no. Un sapito seguía y seguía su
camino. Poco a poco, pero sin parar.
Al llegar la tarde el sapito llegó a la cima. Todo el mundo,
incluso los otros sapos, corrieron para felicitarle, para alabar al
único que había conseguido llegar. Al vencedor. ¿Cómo lo habría
conseguido?, ¿acaso era… SuperSapo?. Cuando llegaron arriban todos
quedaron sorpendidos. Aquel pequeño no era ni un atleta, ni un gran
competidor, no era un supersapo… Aquella criatura era… ¡Sorda!.
Vivimos bombardeados por información formada, en su mayor parte, por
noticias poco alentadoras. Que reflejan la realidad, sí, realistas, que
dirían algunos, sí, pero tan en la realidad que nos olvidamos de la
meta. Tanta prima de riesgo, tanto impago, tanto impuesto, que nos pasa
como a los sapitos. Miramos al sol, miramos al fondo y ni vemos la meta…
Y todos con ganas de tirar la toalla.
El sapo ganador no podía recibir aliento de fuera, pero tampoco crítica. Dependía de él mismo… y ganó.
Así estamos todos hoy. Bueno, así no, estamos mejor. El pequeño sapo
no podía oir, nosotros sí. Por eso hoy, saturado por la cantidad de
noticias que tengo a mi alrededor, quiero compartir con vosotros: Usemos el oído para escuchar que vamos a llegar a meta. Para escuchar que podemos salir de esta, porque es la verdad, podemos.
Cuando era pequeño, en tiempos de Naranjito, todo el mundo pensaba
que la Selección Española de Fútbol era un equipo que nunca pasaba de
cuartos. Ahora lleva una estrellita en su camiseta.
Lo que nos rodea podría ser mejor, pues sí, siempre puede ser mejor
todo. Pero a veces olvidamos que somos nosotros los únicos que podemos
cambiarlo. Que querríamos que las circunstancias fuesen otras, pues sí.
Pero tenemos dos opciones: O seguimos quejándonos de la mala situación
que tenemos, arrastrados por lo que escuchamos a diario, o
nos levantamos por la mañana con ganas de dar un pequeño pasito, uno
solo, que nos lleve a estar unos metros más cerca de la meta.
Con permiso de todos los habituales de TodoStartups, … Dedicado a
todos mis amigos tuiteros (followers), especialmente a aquellos que son
superados por las circunstancias que les rodean… A ver, ¿desde cuándo
hay algo más fuerte que vosotros?.
Un artículo de José Ruiz
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