Acababa de caer el muro de Berlín y los impactos de una globalización apenas incipiente eran aún más difíciles de imaginar y medir en su real magnitud. Para terminar de ambientar el momento recordemos que no existía ninguno de los navegadores de Internet que usamos hoy; no se sabía ni existía la banda ancha; Google era bastante desconocido y se encontraba en su etapa inicial; no existían Gmail o las páginas web tal como las conocemos hoy. Tampoco por entonces había “tablets” ni teléfonos inteligentes u cualquier otro dispositivo móvil en la abundancia y variedad que los tenemos hoy.
En su enorme sencillez y simplicidad, Moss Kanter se detuvo en un momento de su charla y preguntó a la audiencia: “¿saben por qué cayó el muro de Berlín?”. Nadie quería interrumpir con sus propias opiniones el hilo de aquellos momentos tan históricos y memorables. Y ella misma, sin esperar demasiado, lanzó una frase simple: “porque gente quiere ir de compras”.
Pensé que había reducido todo a una frase poco pensada para salir del paso. El tiempo me demostró cuán equivocado estaba yo.
Bono con U2 habían -por entonces- dado un recital en la Plaza Roja de Moscú, que según ellos, no lo podrán olvidar por dos motivos. El primero, porque para su sorpresa, la Plaza estaba repleta a reventar. Y el segundo, porque desde el primer rasguido de sus guitarras, la gente tarareó sus canciones hasta el final del recital. Todo, logrado por el enorme poder de las comunicaciones a través de las FM clandestinas. ¡Cuánta agua ha pasado bajo el puente desde entonces!
Sin embargo, hoy la realidad de la supply chain está más presente que nunca como motorizador del desarrollo o el atraso de los países y de sus sociedades. Hoy, además y a diferencia de antes, hablamos mucho de diferenciación por valor, de satisfacer al cliente, de gestionar por procesos y hasta de Responsabilidad Social Empresaria!
¿Tienen algo que ver todos estos conceptos con el desarrollo social y económico de una sociedad y de sus personas?. Es difícil explicarlo en pocas palabras, pero la respuesta es un contundente sí. Y es porque hoy más que nunca “la gente necesita o quiere ir de compras”. Algunos por el gusto de comprar y otros por vital necesidad. Pero a diferencia de aquel 1989, hoy disponemos de una enorme cantidad de información y de lugares a los que podemos acceder en forma inmediata en búsqueda de esa información. De tal manera podemos tardar no más de 3 minutos, como mucho, en saber cuál es el precio de aquél bien o electrodoméstico que necesitamos en nuestro hogar y comparar cuál es su precio final “allá afuera” y cuánto lo pagamos aquí quizás hasta con una tecnología ya obsoleta. “Allá afuera”, donde muchos de esos bienes no tienen más protección que la continua innovación en valor de la mente humana y la constante capacidad de sus productores de adaptarse a un mercado siempre cambiante y cada día más ávido de calidad y de novedades.
Y entonces llegan las pregunta del millón:
- ¿acaso la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) no debería estar pensando en el día en que esas protecciones artificiales ya no sean posibles o no sea ya justo seguir manteniéndolas por el costo que imponen a la sociedad?
- ¿acaso la RSE no implica también fortalecer a todos los actores de la supply chain (de las cadenas de valor) para que estén prontos y en condiciones de producir para un mundo abierto donde todos pongamos en juego la materia gris o la capacidad de nuestra manos o la capacidad operativa que Dios nos haya dado a cada uno?
- ¿acaso no será posible organizarse en conjuntos para alcanzar lo que no podemos individualmente?
- ¿acaso no decimos que una supply chain es tan fuerte como el más débil de sus eslabones?
- ¿no será el momento de dejar de pensar en pasarle los costos al otro apoyados exclusivamente en un relación de fuerza o desproporción?
- ¿existe por ello, alguna agenda con fecha de principio y fecha de conclusión para que sepamos cuándo incorporaremos en esas supply chains a los sectores geográfica y socialmente más alejados, pero que también querrían y tienen derecho a anunciar sus productos en la web o en Amazon y poder venderlos a cualquier ser humano que habite en este planeta?
- ¿estamos transmitiendo también a esos sectores la verdadera urgencia de que comprendan y actúen porque el cambio de paradigmas llegó para quedarse?
- ¿entendemos el verdadero sentido de la RSE como desarrollador de una supply chain donde todos los “stakeholders” se benefician verdaderamente?
- ¿pensamos en la educación, en la capacitación, en el entrenamiento y en la emulación como el motor que movilice tantas energías desparramadas en cada km2 de la superficie de nuestro país?
Finalmente, y para apoyar todo esto en algo bien tangible, podemos meditar sobre el impacto que tendrán iniciativas tan importantes y definitorias como el CPFR (Reposición, Pronósticos y Planificación Colaborativos) llevados adelante por las principales empresas del mundo (ver: www.vics.org) donde se están gestando las tecnologías y acuerdos que cambiarán los paradigmas de las supply chains que manejamos hoy. Como ya decía Hamlet hace quinientos años: “ser o no ser”.
Artículo de Ignacio Sánchez Chiappe, director del IEEC – Escuela de Supply Chain Management y Logística
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