Si a través de un prisma extraño, el mundo
tal y como lo perciben mis ojos me llegase deformado en forma de partido
de fútbol, lo que tengo claro y mantendría siempre es: que yo no quiero
jugar de portero.
Pues bien, para sentirme ganador e ir motivado hacia lo que sea que me traigo entre manos, la condición básica que necesito es que no sé dé por supuesto que lo voy a lograr. Que el éxito no sea asimilado como lo diario.
No quiero ser un “portero”. No quiero que se me obligue a completar un día perfecto a diario, sino que se me dé la posibilidad (o el margen al menos) de trabajar para poder obtener una victoria.
Es cierto que, movidos por la obligación podemos sobreponernos a grandes obstáculos. Las motivaciones como el miedo o el saber que lo que hacemos es nuestra única baza para evitar finales funestos son capaces de impulsarnos más que nada. Esto lo decía Tsun Tzu y mi promesa de escribir sobre su libro aún la mantengo, todo a su tiempo.
Por ello es importante identificar cómo cambiar nuestro trabajo diario a algo que nos motiva y al mismo tiempo nos deja espacio para la victoria. A nivel personal además, sería incapaz de marcarme (y luego perseguir) objetivos que me exigiesen el 100% en todas las estadísticas (y eso que mi subconsciente apunta a eso a diario).
En mi opinión hay que introducir de algún modo juegos para ganar. Juegos que exclusivamente añadan riesgo en positivo y allí donde es posible cambiar nuestra actitud de portero a una actitud de delantero.
Estoy seguro de que te basta una lluvia de ideas de cinco minutos para encontrar varias cosas que quieres perseguir y que has dado por muertas. Simplemente coge los ratos que te sobren y encadénalos. Es tan simple como comprarte una libreta e ir avanzando en tu objetivo escribiendo lo que persigues, diseñando una estrategia y usando el resto de la libreta para ir monitorizando tu avance y saber en dónde paraste la última vez.
En tu trabajo o cualquier tarea que veas a diario, reenfócala. Si eres capaz de crear ese margen o de visualizar un escenario en el que además de cumplir con tu tarea ganas, el incentivo juega a tu favor.
Sólo una última pregunta, ¿funcionas o no funcionas a diario como un portero?
Iago Fraga
Dónde está la victoria y dónde la derrota
Con prisma o sin prisma el día a día lo puedes descomponer en una serie de tareas que se componen de obligaciones y deseos, o en otras palabras de lo que debemos hacer y lo que hacemos voluntariamente.Pues bien, para sentirme ganador e ir motivado hacia lo que sea que me traigo entre manos, la condición básica que necesito es que no sé dé por supuesto que lo voy a lograr. Que el éxito no sea asimilado como lo diario.
No quiero ser un “portero”. No quiero que se me obligue a completar un día perfecto a diario, sino que se me dé la posibilidad (o el margen al menos) de trabajar para poder obtener una victoria.
Es cierto que, movidos por la obligación podemos sobreponernos a grandes obstáculos. Las motivaciones como el miedo o el saber que lo que hacemos es nuestra única baza para evitar finales funestos son capaces de impulsarnos más que nada. Esto lo decía Tsun Tzu y mi promesa de escribir sobre su libro aún la mantengo, todo a su tiempo.
Rutina con espacio para la victoria
Aún así, eso no vale para la rutina. La rutina es una cosa que debemos llevar con motivación, es un elemento al que deberíamos sobreponernos con facilidad. O de lo contrario nos veremos a diario luchando por la supervivencia.Por ello es importante identificar cómo cambiar nuestro trabajo diario a algo que nos motiva y al mismo tiempo nos deja espacio para la victoria. A nivel personal además, sería incapaz de marcarme (y luego perseguir) objetivos que me exigiesen el 100% en todas las estadísticas (y eso que mi subconsciente apunta a eso a diario).
En mi opinión hay que introducir de algún modo juegos para ganar. Juegos que exclusivamente añadan riesgo en positivo y allí donde es posible cambiar nuestra actitud de portero a una actitud de delantero.
Tiempo libre: gastar vs sembrar
Creo que ya lo he comentado en alguna ocasión en artículos anteriores y te invito a probarlo. Por ejemplo gestionando tu tiempo libre día a día podrías verlo desde la perspectiva de tiempo a derrochar (o bueno, a gastar sin que pase nada) o bien invertirlo en algo que realmente te motive.Estoy seguro de que te basta una lluvia de ideas de cinco minutos para encontrar varias cosas que quieres perseguir y que has dado por muertas. Simplemente coge los ratos que te sobren y encadénalos. Es tan simple como comprarte una libreta e ir avanzando en tu objetivo escribiendo lo que persigues, diseñando una estrategia y usando el resto de la libreta para ir monitorizando tu avance y saber en dónde paraste la última vez.
En tu trabajo o cualquier tarea que veas a diario, reenfócala. Si eres capaz de crear ese margen o de visualizar un escenario en el que además de cumplir con tu tarea ganas, el incentivo juega a tu favor.
Sólo una última pregunta, ¿funcionas o no funcionas a diario como un portero?
Iago Fraga
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