Que las oficinas de una empresa o el centro de trabajo son un lugar de convivencia es una realidad ineludible y que muchas veces el nivel de convivencia que se produce en el centro donde desarrollamos nuestra actividad profesional es superior al de nuestro ámbito personal es también incontestable, ¿pero eso significa que hemos de difuminar o equiparar ambas realidades de convivencia?, sin duda no.
Evidentemente que mucha gente pasa muchas horas compartiendo su vida con compañeros y compañeras de trabajo, de ese roce nace el cariño (o el odio) y del cariño nace la unión (y en principio no me refiero solo a las relaciones de pareja o sexuales que pueden aparecer en el seno de una empresa, que seria tema de un artículo aparte, sino de la relación en general en convivencia con los demás integrantes de ese centro de trabajo), pero también es evidente que aunque eso nos haga pensar que son nuestra “pequeña familia”, la familia, si la tenemos, la tenemos en casa.
¿Y porque digo eso?, porque en muchas ocasiones detecto ciertos tics, ciertas actitudes de equiparar lo que se comenta a los compañeros de trabajo en el café, a lo que comentamos a nuestros amigos tomando cervezas en un bar, a explicar nuestras penas y virtudes igual que lo hacemos a altas horas de la madrugada cuando salimos haciendo eses de otro bar, ¿y es eso malo?, a priori no, pero…..
Pero que no sea malo que exista un nivel de cordialidad, incluso de amistad entre compañeros, no significa que no tengamos que ir con cuidado, no se trata de no sociabilizar, relacionarse o integrarse en un grupo, eso, si compartes gran parte del día con personas es inevitable, pero si que hemos de controlar con quien nos relacionamos y que limites traspasamos, pues puede que ese dulce trago que hoy nos tomamos después del trabajo con un compañero de trabajo, mañana se convierta en un trago amargo, ¿y porque?.
Porque como he defendido siempre en el trabajo somos personas, sí, pero ante todo somos profesionales, profesionales que debemos dar una imagen, como he dicho siempre en el trabajo soy un actor, un gran actor, un profesional que actúa porque le pagan, en casa soy persona, y mezclar esa realidad (y ya lo hemos discutido en esta misma tribuna varias veces) no me parece en general positivo…y si no que se lo pregunten a muchos después de una borrachera en una cena de empresa de navidad, pero esas, las cenas de empresa navideñas merecerían también un articulo (mejor unos cuantos tomos) para ellas solas.
En Pymes y Autónomos
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