Las redes sociales se han convertido casi en una obligación para las empresas. Es una forma de ganar visibilidad, por eso en muchas organizaciones se impulsa también la participación de los empleadosdesde sus propios perfiles. Esto, que en principio es positivo, puede convertirse en un arma de doble filo cuando los que deberían ser embajadores de tu empresa tienen comportamientos inadecuados.
Puede acabar en una crisis de reputación, enfadando a muchos de los clientes que tenemos por un comentario inadecuado, ya sea político, de género, ofensivo hacia otros, etc. O simplemente porque no han sido ejemplares en un determinado momento. El ejemplo sería un vehículo comercial rotulado con nuestra empresa, pero aparcado ocupando una plaza de minusválido sin tener derecho a ello.
Y esto es muy complicado de controlar. Por un lado porque para que un perfil sea auténtico, tiene que mezclar temas personales y laborales. Por otro, no se deben pisar cayos y entrar a tratar temas políticamente incorrectos o que puedan ofender a los clientes. En una empresa grande puede que haya gente dedicada a ayudar a directivos a crear dichos perfiles, a darles una curación de contenidos que pueden difundir y que sean de interés además de cuestiones que tienen que ver con la propia empresa.
Pero en una pyme es más complicado. Y es entonces donde entra el sentido común, que es el menos común de los sentidos. Porque para saber qué publicar y qué no, qué puede funcionar y dónde está el límite de algo gracioso con algo ofensivo es bastante complicado. Basta un simple comentario para echar por tierra toda la estrategia de la pyme.
En este sentido no se puede improvisar y se necesita formación. Un comercial que utilice bien las redes sociales está demostrado que puede impulsar de forma notable sus ventas. Que lo haga de una manera incorrecta puede tener el efecto contrario. No podemos pensar que utilizar las redes tal y como lo haríamos en el ámbito personal va a funcionar dentro de la empresa.
Para evitar que los empleados no ejerzan esta función de embajadores para no cometer un error, una buena práctica es incluir incentivos que incluyan a las redes sociales. De esta manera ambos ganan, el empleado que ve como su esfuerzo y dedicación en este campo se ve recompensado y la empresa que mejora visibilidad y se acaba por notar en su facturación.
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