Te propongo algo: juguemos a las adivinanzas…
Así como cuando éramos niños… Si quieres, yo comienzo:
Cuando eras niño querías ser…
Abogado (como tu papá)…
Médico (como el abuelo)…
Bombero (como el héroe de la película)…
Policía (como el agente del barrio)…
Superhéroe (como el ídolo de la tira cómica)…
¿Alguna de las anteriores?
¿Todas las anteriores?
Cuando somos niños, nuestros sueños cambian con rapidez. Lo más irónico del caso es que casi nunca, por no decir que nunca, cuando crecemos y nos hacemos adultos somos eso que alguna vez soñamos.
¿Eso qué quiere decir?
Que son múltiples los caminos que la vida nos ofrece. Y no hay que tomarlos todos. Quizás es suficiente con probar algunos y luego escoger el que nos haga más felices.
Igual ocurre en los negocios. Hay mil y una formas diferentes para generar ingresos adicionales. Puedes escoger la que desees, la que más se ajuste a tus habilidades.
El mejor camino es aquel que está alineado con tus metas, con ese plan de vuelo que haz trazado para tu vida. Uno que te ayude a llegar a donde están tus sueños.
Como dice Kwame Appiah, “No es qué tan bien juegas el juego, es decidir qué juego quieres jugar”.
Alvaro Mendoza
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