La relación entre las agencias y sus clientes no siempre es fácil y no siempre es sencilla. De hecho, es una de esas cuestiones constantes en el mundo del marketing y de la publicidad que siempre acaban siendo analizadas y que, al menos eso es lo que dicen ahora los analistas, podría hasta estar en peligro.
Sin embargo, la larga historia que las une y las ha unido a lo largo de los tiempos hace que ver cuáles son los puntos de contacto y las debilidades y fortalezas de los vínculos que se establecen entre unos y otros sea un tanto más sencillo y que encontrar en qué fallan las conexiones establecidas entre ambos sea posible.
Eso es lo que acaba de hacer un analista un AdWeek, que ha creado la baraja de las posibles relaciones entre las agencias y sus clientes. En ellas, unos u otros pueden ser 'los malos' o 'los buenos' y de cómo se estructura esa relación de poder se pueden extraer ciertas conclusiones sobre cómo se trabajará la imagen de marca y cómo se posicionarán productos, servicios y relaciones con los consumidores.
La no muy buena agencia con el genial cliente
Según el responsable del análisis, es más común de lo que podría parecer a primera vista. El cliente tiene mucho potencial, pero la agencia no está a la altura del mismo y de lo que este necesita. Esta relación puede empujar a dos situaciones concretas: o bien el cliente acaba yéndose a otra agencia o bien pide a la que ya tiene que lo haga mejor. Sea como sea, el desequilibrio implicará que, a pesar de todo, no se logre conectar con lo que se espera lograr.
La muy buena agencia y el no tan genial cliente
A unos y a otros les gusta quejarse una y otra vez de la otra parte. Las agencias se quejan de los clientes y los clientes se quejan de ellas. Si en el primer tipo de relación los segundos tenían la razón, en este caso son los primeros quienes ganan. La agencia es genial, pero el cliente no lo es tanto. Son posiblemente esos clientes que piden cosas imposibles y que nunca parecen estar contentos. Y seguramente, especialmente si la agencia es de pequeño tamaño, no pueda hacer mucho para acabar con esta situación.
La recomendación es la de educar al cliente. Hay que intentar que comprenda el papel que juega la agencia y cómo si se le deja hacer su trabajo logrará conseguir sus objetivos.
Una gran agencia trabaja para un gran cliente
Es la mejor relación que puede establecerse, la que, como apunta el analista, deberían hacer que agencias y marcas/empresas implicadas diesen gracias por encontrarse en medio de ella. No solo las dos partes son 'de las buenas' sino que además la relación que se establece entre ellas tiene efectos muy positivos para los resultados de la marca. Se crean relaciones a largo plazo que ayudan a generar valor de marca, a generar una cultura corporativa y que consiguen conectar con los consumidores.
A pesar de que sea la mejor relación posible, no tiene que ser la más sencilla. Como recuerdan en el análisis, posiblemente sea una de las más duras a la hora de trabajar porque no todos los días serán geniales y entre medias se discutirá, se tendrán desencuentros y se intentará tener la razón cuando no se tiene. A pesar de ello, las dos partes siguen en conexión porque saben que juntas están haciendo las cosas bien.
La agencia mala y el cliente malo
Si todo el mundo está siempre de lo más contento, alerta el analista, es posible que no sea porque a las diferentes partes les ha tocado el gordo de la lotería de las relaciones marca-agencia sino porque tanto unos como otros no solo los mejores. en las relaciones entre la agencia mala y el cliente malo, asegura, todo el mundo suele estar contento. Unos hacen lo que les piden sin preguntas y otros simplemente piden cosas. Cuando hay problemas, eso sí, se echan unos la culpa a los otros. Nadie aporta nada a mayores y no se consigue mucho más.
Vía: Puro Marketing
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