Las redes sociales se han convertido en un gran acumulador de usuarios y un escaparate perfecto para que las marcas lleguen hasta ellos. Los consumidores están ahí y las marcas pueden intentar seducirlos en cada post, en cada comentario y en cada foto emotiva que decidan publicar. Pero ¿no pueden las marcas conseguir algo más?
Las compañías han intentado ya en múltiples ocasiones convertir a las redes sociales en una especie de escaparate para mostrar sus productos y empujar a los consumidores a hacerse con ellos. ¿Qué mejor que hacerlo empleando las herramientas posibles para que se conviertan en una venta casi directa? El ecommerce ha intentado en alguna ocasión flirtear con las redes sociales, aunque por el momento no se han conseguido avances concluyentes. Pero ¿será el s-commerce, el comercio socia, no solo la manera directa de monetizar lo que ocurre en redes sociales sino también una de las herramientas clave del futuro del comercio electrónico?
Un análisis de Euromonitor analiza la situación en la que se encuentra ahora mismo el s-commerce y también sus potenciales caminos de futuro. ¿Cuáles son las realidades que lo están marcando ahora mismo y que podrían modificar su futuro?
Los emergentes están liderando
El desarrollo del s-commerce está siendo diferente según el mercado concreto sobre el que se esté hablando. Curiosamente, los mercados más avanzados, en los que el comercio electrónico empezó antes y en los que se considera que el ecommerce está mucho más maduro, son los que están mucho más por detrás en términos de ecommerce social. Así, los mercados más avanzados están siendo mucho menos capaces de monetizar lo que está sucediendo en redes sociales.
Según los datos de Euromonitor, son China e India quienes mejor lo están haciendo en s-commerce. Las dos economías son también, por otra parte, quienes mejores resultados presentan en m-commerce. En estos dos mercados, el 43% de los consumidores compra a traves de las redes sociales cuando hace compras electrónicas. Las cifras son mucho más elevadas que las que se pueden encontrar en mercados de economías maduras: en Reino Unido solo se llega al 15% y en Estados Unidos al 11. La razón de esta situación están en que los gigantes del ecommerce, como puede ser Alibaba, se han metido de lleno en el terreno social y han conseguido ser quienes controlen todo el ciclo de venta en s-commerce.
La no tan eficaz apuesta por los botones
Las redes sociales han intentado capitalizar el éxito de público llevándolo a hacer negocio directamente como vehículo de ventas, pero sus experiencias no han sido muy exitosas. Tanto Facebook como Twitter intentaron hacer algo con los llamados botones de compra, elementos que permitirían sin salir de esas redes sociales hacerse con los productos en cuestión. Por otra parte, Facebook también intentó hace unos años llevar la experiencia de compra de fuera de Facebook a dentro de Facebook. Algunas marcas crearon tiendas dentro de sus perfiles en Facebook, aunque no tuvieron mucho éxito (y esa idea acabó diluyéndose como tantas otras que han fracasado en social media).
¿Son por tanto los botones una idea llamada desde siempre al fracaso cuando se habla de s-commerce?
La respuesta a esa pregunta podría ser la de depende. Quizás no se trate tanto del sistema sino del contexto. Como recuerdan en el análisis de Euromonitor, Pinterest está intentando hacer algo parecido (tiene planes de lanzar su propio botón de compra) y la recepción está siendo muy diferente a la que tuvieron en su momento los otros botones. Hay interés y existe de entrada el deseo de compra dentro de los propios consumidores. La diferencia está en que Pinterest es una red social que ya funciona como un escaparate: los consumidores van allí buscando productos que les gustaría comprar.
Nuevas redes sociales y apps
Aunque, por otra parte, quizás el entorno social no sea el que era cuando pensamos en cómo se puede adaptar a un nuevo entorno de negocio. Es decir, quizás haya que olvidar a las redes sociales existentes y pensar en las que están apareciendo para entender dónde se puede monetizar ese interés de los consumidores por los productos y por lo social. Los nuevos entornos sociales suelen llegar en app y suelen ofrecer más posibilidades para convertirse en una nueva fórmula para monetizar el esfuerzo.
El ejemplo perfecto de esta realidad, recuerdan desde el análisis, es Grabble. Grabble es una app y una plataforma social, que funciona como un espacio para compartir lo que se ama y sobre todo como una wishlist perfecta de lo que se quiere comprar. Los consumidores guardan en Grabble todos los productos que han visto en internet (en el terreno de la moda, ya que está pensada para ese mercado) y que le gustaría tener. No es una tienda, como explican en sus FAQ online, pero sí un espacio para acumular productos. Además, es el punto de partida perfecto para hacer comprar. Ahí ya está todo lo que has visto y has deseado tener.
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