Al igual que en cualquier proceso de aprendizaje, la capacidad que tengamos a la hora de interpretar, analizar los problemas, e identificar soluciones ágiles y sencillas dice mucho de nuestra eficacia como profesionales.
En nuestro entorno de trabajo nos relacionamos con colaboradores de perfiles muy diversos, algunos menos eficaces y otros más eficaces, y entre estos, los que consiguen el objetivo trazado a través de una senda con curvas y baches, y otros que emplean la línea recta, para realizar las tareas y/o peticiones de una manera más sencilla.
Centrando el análisis en este último caso, y admitiendo que en muchas ocasiones se consigue el mismo objetivo, no son equivalentes a la hora de transmitir el conocimiento (puesto que en el primer caso se prestan poco a la pedagogía), también son más complejas a la hora de introducir modificaciones, requieren un mayor tiempo a la hora de analizar los problemas que puedan surgir, y denotan un menor conocimiento y/o una visión más desestructurada de las magnitudes que se manejan.
Por este motivo, lo más razonable a la hora de desarrollar cualquier tipo de trabajo dentro de la empresa es actuar con la mayor claridad y rectitud posibles, prestándonos siempre a trabajar en una línea de mejora continua, escuchando las propuestas de nuestros compañeros, y con la suficiente humildad.
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