La forma canónica de desarrollo de una startup es la que propone Steve Blank en su metodología Customer Deevelopment:
- Encontrar un cliente con un problema que merece la pena resolver.
- Encontrar una solución que el cliente considera que es adecuada para su problema.
- Crear una maquinaria de ventas que permita conseguir clientes de manera sostenida.
- Convertir este negocio en una empresa y hacerla crecer todo lo posible.
Normalmente esto implica buscar inversores y, en la fase 4, incorporar gestores profesionales que conviertan tu startup en una gran empresa. Muchas veces, el equipo fundador vende su parte de la empresa y se lanza a crear una nueva, porque la gestión de una gran empresa tiene poco que ver con la creación de una startup.
Pero cada vez hay más gente que piensa que hay otra forma de hacer las cosas. Gente que se llaman a sí mismos microemprendedores, o soloemprendedores, o bootstrappers, o micro-ISVs si su negocio es el software. El objetivo de estos emprendedores no es crear una empresa lo más grande posible, sino plantarse en el punto 3 del customer development y renunciar al crecimiento.
Esto no es lo mismo que ser freelance o crear una agencia. Un freelance o una agencia de servicios vende horas de trabajo de una o más personas. Los microemprendedores crean negocios en los que venden productos o servicios estándar: software as a service, infoproductos, comercio electrónico… Patrick McKenzie (más conocido como patio11 en sitios como Hacker News), por ejemplo, ha desarrollado una aplicación que recuerda citas para negocios como clínicas, peluquerías, etc. Él es el único empleado, responsable del desarrollo, del marketing, de ventas, de soporte a clientes…
En realidad, un micronegocio puede estar creado por un equipo de dos personas, a veces alguno más. Pero la idea es siempre, como dice Rob Walling, Start small, stay small. Es decir, empezar pequeño y seguir pequeño.
Desde otro punto de vista, muchas veces el microemprendedor lo que se plantea es un “lifestyle business”, es decir, un negocio que le permite llevar el estilo de vida que quiere. A veces puede ser un “side business”, un negocio al que dedicas las tardes o los fines de semana y complementa tu trabajo habitual, porque te divierte o porque te viene bien el ingreso adicional. Otras veces es un negocio a tiempo completo, pero en el que el microemprendedor controla qué significa “tiempo completo”: ¿ocho horas al día? ¿diez? ¿cinco? ¿cuatro días a la semana? ¿cuatro horas a la semana?
Obviamente, hay negocios en los que es cierto eso de “crece o muere”. Uno no puede crear un equivalente a Twitter o Facebook y pensar que va a ser un negocio que puedan llevar dos o tres personas. Para tener éxito como microemprendedor tienes que pensar desde el principio en un negocio de nicho, algo en lo que puedas ser relevante teniendo solo unos pocos cientos o miles de clientes.
Afortunadamente, ahora hay muchos recursos para los que tengan vocación de microemprendedores. Puedes subcontratar fácilmente y por un precio muy reducido aquellas partes del negocio que no sabes, no quieres o no puedes hacer. Puedes hacer que un negocio dirigido a un público hiperespecializado funcione encontrando a esos clientes en todo el mundo.
Y lo mejor de todo: puedes controlar los riesgos que asumes. No tienes por qué seguir la vía épica de “Silicon Valley”: dejar el trabajo, invertir todos tus ahorros en tu startup, trabajar 100 horas a la semana, doblegarte ante los inversores, rezar para que la venta o la nueva ronda de financiación lleguen a tiempo… En un micronegocio puedes decidir cuánto tiempo y cuánto dinero inviertes, sabiendo que si lo que intentas no funciona eso no va a tener un impacto decisivo en tu vida, y que podrás probar otro negocio, y otro, hasta encontrar algo que te funcione.
Y sí, probablemente renuncias a ser rico como Jobs, Gates o Zuckerberg. Pero si tu objetivo no es ser rico sino vivir bien, tienes muchas más probabilidades de conseguir siendo un microemprendedor que soñando con ser portada de Wired.
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