Hoy en día vender o comprar en otros mercados es más fácil que nunca para cualquier emprendedor gracias a Internet, el abaratamiento del transporte, la liberalización de los intercambios comerciales y la extensión del inglés como lingua franca.
Pero quien piense que las aduanas y los trámites que éstas comportan son cosa del pasado está muy equivocado, y se puede llevar alguna desagradable sorpresa a la hora de hacer cualquier operación con países que no forman parte de la Unión Europea (UE).
Es cierto que la protección arancelaria ha ido cayendo en las últimas décadas en todo el mundo y que una joven empresa con un producto único debe preocuparse al acceder a un nuevo mercado sobre todo por lo que vienen denominándose barreras técnicas (homologaciones, certificados de seguridad, sellos de calidad, etc.).
Sin embargo, todavía subsisten gravámenes a la importaciones considerables en algunos de los principales tráficos comerciales (principalmente textil, calzado, alimentos y materias primas) junto a otras barreras aduaneras no arancelarias. En cualquier caso, las aduanas son una fuente de información tremendamente útil para estudiar un mercado y localizar a sus principales operadores, pues en ellas se registran todos los movimientos del comercio exterior de un país con el resto del mundo y muchos de los datos recabados no solo son públicos, sino también accesibles gratuitamente a través de Internet.
Pongo un ejemplo inspirado en un caso real sobre la importancia de conocer el tratamiento aduanero en cualquier operación de comercio exterior: el dueño de una tienda online de ropa deportiva decide comprar a un proveedor estadounidense cien pares de botas de esquí de gama alta para venderlos en la UE. Las botas, descontados los gastos de transporte y seguro, le proporcionan un margen un 10% superior al de las botas de similares características de origen comunitario.
El comerciante compra las botas y cuando el contenedor llega a puerto recibe la desagradable sorpresa de que no puede retirar la mercancía mientras no pague el importe correspondiente al arancel del 17% que le es aplicable -que además forma parte de la base imponible del IVA a la importación-. El resultado es que el abultado margen que le proporcionaban las botas se ha esfumado, y podría haber sido peor de haber estado sometida la importación a un contingente cerrado (cupo máximo de importación).
Tanto para determinar el régimen aduanero aplicable a un producto como para obtener información sobre los flujos comerciales de los que es objeto es necesario conocer dos cosas: el origen de dicho producto y su codificación aduanera. Aquí me voy a centrar en lo segundo y dejo la determinación del origen de una mercancía para otro post, pues puede tener también su complicación.
En cualquier operación de comercio internacional, la mercancía de que se trate debe ser identificada ante la aduana correspondiente, y para ello es necesario saber que existe una clasificación internacional destinada a este menester.
Esta clasificación se llama Sistema Armonizado (SA/HS) y se articula en tres niveles de menor a mayor especificidad: capítulo, partida y subpartida, correspondiendo a cada uno de ellos una descripción y dos dígitos.
Así, por ejemplo, las botas de esquí se codifican como sigue: 6402.12 (64 calzado y polaínas [...]; 02 demás calzados con suela de caucho o plástico; 12 calzado de esquí y calzado para la práctica del snowboard).
Si en lugar de un negocio de ropa y equipamiento deportivo se hubiese tratado de un retail de electrónica algunos de sus productos podrían haber sido, por ejemplo, LEDs 8541.40 (85 máquinas, aparatos y material eléctrico [...]; 41 diodos, transistores y dispositivos semiconductores [...]; 40 dispositivos fotosensibles y diodos emisores de luz), teclados 8471.60 (84 [...] máquinas, artefactos y aparatos mecánicos; 71 máquinas automáticas para el procesamiento de datos [...]; 60 teclados) y alfombrillas para ratón 4016.99 (40 caucho y sus manufacturas;16 las demás manufacturas de caucho sin endurecer; 99 las demás).
Como se puede comprobar, en algunos casos la clasificación es muy específica y en otros muy generalista, debiéndose llegar a ella por exclusión de otras posiciones arancelarias.
La clasificación puede ser consultada desde varios sitios de internet, aquí pongo dos: marketaccess ycámaras.
Una vez que se tiene el producto en cuestión perfectamente clasificado por el SA, ya se puede planificar la exportación a cualquier país del mundo a través de la página web de la DGTRADE de la Comisión. En este sitio web podréis consultar no solo los derechos arancelarios aplicables en cada país o bloque comercial, sino también las formalidades, procedimientos y barreras no arancelarias de importación en el país objetivo, así como las estadísticas de comercio exterior para cada código arancelario.
Cuando se trata de una importación a España -o a cualquier país de la Unión Europea en virtud del mercado único- esos mismos datos a que he hecho referencia se pueden obtener en la página web delTARIC en la que os pedirán que desagreguéis por subpartidas NC y TARIC: son dos subclasificaciones aplicables en la UE y que tienen por objeto mejorar la información estadística y aplicar medidas de política comercial más eficaces dentro del Territorio Aduanero Común. Dichas subclasificaciones parten del Sistema Armonizado desagregando a niveles inferiores: la Nomenclatura Combinada-NC (ocho dígitos al añadirse una nueva subpartida) y el TARIC (al menos diez dígitos, al añadirse a la NC como mínimo una nueva subpartida).
Clasificar la mercancía conforme al TARIC es necesario para conocer con seguridad el régimen de importación aplicable en el territorio comunitario.
Por otra parte, me gustaría recordar que las Cámaras de Comercio y la Agencia Tributaria tienen una weben la que se puede consultar las estadísticas del comercio exterior de España con el resto del mundo por producto (TARIC-Sistema Armonizado) y actividad empresarial (CNAE), así como obtener en ambos tipos de consultas un directorio -quizá no demasiado depurado- de importadores y exportadores de nuestro país.
Finalmente, cualquier empresa exportadora tiene a su disposición Cauce, un servicio de asesoramiento personalizado del ICEX en materia de fiscalidad, contratación y trámites relacionados con cualquier operación de comercio internacional.
Así pues, si vuestra startup va a comprar o vender bienes tangibles a nivel internacional, conocer los seis números con los que las aduanas de todo el mundo identifican cualquier mercancía os permitirá, mediante unos pocos clicks y de forma gratuita, obtener información muy valiosa de cara a estudiar el mercado y evitar el riesgo de encontraros con costes u obstáculos administrativos inesperados que malogren la operación.
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