La crisis económica, aunque afecta a la amplia mayoría de los sectores productivos de la economía, está teniendo una especial virulencia sobre las actividades relacionadas con el gran consumo,
tales como los automóviles, el turismo y la industria textil.
Produciéndose importantes bajadas de precios que reducen drásticamente
los márgenes empresariales, y que lleva a muchas empresas a idear nuevos
planes de acción para evitar echar el cerrojo ante el deterioro de su
actividad mercantil.
Desde hace años, y sobre todo desde la llegada de la crisis, han sido muchas las empresas que se han dedicado de a una ‘segunda actividad’
o línea de negocio, como es el caso de las firmas de moda que se han
lanzado al negocio de los perfumes. Una línea de negocio que a la postre
les ha ayudado a mantener el tipo de una manera excepcional ante los
malos resultados del negocio ‘tradicional’.
Cuando se habla de este tipo de situaciones, son muchos los que
opinan que estas decisiones surgen con carácter transitorio, pero no es
así. Cuando damos un paso adelante con nuestra empresa incurrimos en una
decisión que marcará su desempeño futuro, adaptando unos recursos
técnicos, tecnológicos y humanos al desarrollo de una nueva actividad,
que aunque nos permita de manera temporal salir airosos de la crisis,
sin darnos cuenta nos adentra en una nueva etapa de transformación de
nuestro negocio.
Ante estas circunstancias sería muy conveniente tomar estos cambios
como estructurales y no coyunturales, porque ¿cuántas empresas han
abandonado su línea de negocio principal en favor de otra a lo largo de
la historia? Muchas, lo que quita a este fenómeno la exclusividad en
esta crisis, además de que no se trata de un esfuerzo temporal, y es
más, se merece tanta atención o más que nuestro negocio tradicional.
Aspectos que hay que cuidar para que con el paso del tiempo no nos
arrepintamos de haber fracasado al no haberle dedicado el énfasis
necesario.
Un artículo publicado en Pymes y Autónomos
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