En mis clases sobre el modelo económico, cuando llegamos a los gastos
de personal siempre surge la misma pregunta: ¿Qué sueldo debemos
fijarnos como emprendedores? Normalmente vuelve a aparecer la cuestión
cuando un emprendedor se enfrenta a una negociación con un inversor.
¿Cuánto pedir?
La pregunta es peligrosa, pues parte de una premisa equivocada. La
premisa equivocada es: “existe un sueldo normal, estándar, lógico, que
el emprendedor puede reclamar”. La realidad es que no existe nada así, por lo que no es posible proporcionar una cifra, que es lo que el emprendedor está esperando.
No obstante, si bien es cierto que no es posible facilitar tal
cantidad, sí que podemos hacer algunas consideraciones que el
emprendedor puede manejar en una negociación.
Para empezar, y aunque suene mal decirlo en este lugar, el emprendedor no debe cobrar un sueldo de mercado por su trabajo en la empresa (con una excepción que explicaré).
¿Por qué? Porque debemos distinguir claramente entre emprendedor y empleado.
Un empleado cobra por su trabajo un precio de mercado y no tiene por
qué asumir ningún riesgo. El emprendedor, como sabemos, asume el riesgo
empresarial. Cuando el emprendedor financia completamente su proyecto
(bien con fondos propios y/o deuda) no hay problemas en que se fije el
salario que desee (ahí está la excepción). Sin embargo cuando se recurre
al capital de otros socios y el emprendedor no participa activamente
del esfuerzo financiero, una forma de correr riesgos es precisamente
fijarse un sueldo muy por debajo del mercado. De esa manera asume un
coste de oportunidad (del sueldo que podría ganar fuera de su startup) y
además participa a la financiación del proyecto, pues su menor sueldo
supone menos necesidades de capital.
Algunos emprendedores llevan su celo al extremo de decir que
renuncian a todo tipo de sueldo. No estoy de acuerdo con esto. Si el
emprendedor trabaja a tiempo completo en la startup (como es lo normal),
considero muy perjudicial esta idea. Los inversores con más experiencia rara vez aceptarán que el emprendedor trabaje gratis,
por varias razones. La principal es que antes o después volverá a
surgir el tema del sueldo (y es bueno que esto quede aclarado al
principio de una vez por todas), pero además se generará una especie de
“deuda” hacia el gesto del emprendedor que puede malinterpretarse en el
futuro.
El emprendedor tiene que cobrar, pero ¿cuánto?
Algunos dicen que lo suficiente para no pasar estrecheces. Me gusta
ese principio general y lo considero válido para determinar una cantidad
concreta, aunque entonces tenemos que aclarar qué es “lo suficiente
para no pasar estrecheces”. Si el emprendedor vive con sus padres, va en
autobús y no tiene novia, lo suficiente es muy poco, demasiado poco. Si
está casado, paga hipotecón y lleva a sus tres hijos a colegios de
pago, estamos en el caso opuesto.
El artículo 1 del Real Decreto 1888/2011, de 30 de diciembre fija el
salario mínimo interprofesional español en 641,40 euros mensuales. En
España, cobrar por debajo de esto me parece insalubre para la vida de la
startup. Y si el inversor lo exige, me cuestionaría si sabe lo que se
trae entre manos.
Así pues tenemos un límite inferior (el mínimo) y uno superior (por
debajo del de mercado que podría obtenerse fuera de la startup). La
horquilla será muy amplia en algunos casos. ¿Cómo estrecharla?
De una sola manera: negociando.
¿Y cómo negociar de manera exitosa? Lo mejor es alineando el sueldo al nivel de maduración de la startup.
Para determinar este nivel de maduración debemos acudir al mapa de
hitos, véase el tercer mandamiento
(http://www.finanzasparaemprendedores.es/2012/04/los-diez-mandamientos-para.html).
El mapa de hitos fija la serie de logros que hace que la empresa valga
más dinero y conforme se suba esa escalera es razonable pedir más sueldo
(siempre y cuando haya dinero en la caja, claro está).
Ésa es la clave. La mejor manera de negociar el sueldo del
emprendedor es, por un lado, vincular éste a la marcha de la startup y
por otro lado “paquetizar” la retribución uniendo sueldo, bonus, stock
options o demás incentivos a los que un inversor se siente muy inclinado
dado que éstos reflejan el crecimiento del proyecto.
El partido se juega en el campo de la negociación y por eso las
negociaciones con los inversores constituyen una de las clases del curso
online de emprendimiento que en breve anunciaremos en Todostartups.
Tocaremos la definición del modelo de negocio, el plan financiero, la
valoración, etc. Haremos casos prácticos en un foro y, si hay tiempo,
comentaremos casos particulares de los participantes que quieran
compartir sus experiencias.
Nos veremos allí. Antonio Manzanera
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