Micrófono en mano, llega la hora de la verdad. Hemos preparado un discurso importante, elaborado y bien estructurado en la forma… pero su éxito o fracaso dependerá de cómo realicemos la presentación. El objetivo es evidente: transmitir el mensaje de forma adecuada, conseguir el efecto deseado y que nadie se aburra y desconecte el botón de ‘atención’ a los cinco minutos de haber comenzado.
Si queremos conseguir transmitir con eficacia y que el auditorio no pierda detalle de lo que tenemos que decir, es aconsejable tomar nota de la voz de la experiencia. Carmen Cuadrado Esclapez, en su libro ‘Protocolo y Comunicación en la Empresa y los Negocios’, de FC Editorial, ofrece una sencillas y prácticas pautas para conquistar a nuestra audiencia.
-Lee el texto antes de tu intervención en público tantas veces como sean necesarias para que lo domines a la perfección. Ese conocimiento te dará confianza para que no te tropieces en un punto y coma.
-Cuando tengas que leerlo ante un auditorio, hazlo despacio y con varias pausas, a una media de dos minutos y medio por folio. Haz inflexiones de voz evitando el tono monocorde de leer de corrido. Uno y otro punto harán que las personas mantengan la atención y estén alertas.
-Mantén siempre el tono de voz al finalizar cada frase. No termines ninguna oración con una entonación que pueda resultar molesta, excesivamente alta o una caída de voz brusca.
-Enfatiza para romper la monotonía cuando así lo creas oportuno. ¿Cómo? Pues se hace una pausa previa, para posteriormente alzar ligeramente la voz.
-No puntuar los textos preparados para ser leídos en público; las separaciones se marcan mediante barras.
-Los folios siempre van sueltos sin grapar y en orden mediante numeración. Cada vez que se termina con un folio se aparta y se deja a un lado.
-Debes evitar que los párrafos se corten de un folio a otro y la partición de palabras al final del renglón.
Un artículo publicado en Muy Pymes
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