No hay nada que sea más motivador y que nos permita impulsarnos más allá en nuestras metas y objetivos profesionales que el creer en lo que hacemos y gustarnos en lo que hacemos. Cuando nos gustamos como profesionales, y cuando nos divertimos haciendo lo que hacemos como profesionales, las cosas adquieren otra dimensión y fluyen de otra manera.
Afirmo rotundamente que el amor por uno mismo, y que el reconocerse y premiarse uno mismo sin esperar ningún reconocimiento y aprobación de los demás es una de las actividades más saludables que podemos realizar, entendido siempre está que no perdamos la noción de la realidad.
Es decir, uno de los (graves) riesgos que corremos los que nos damos palmadas nosotros mismos y nos felicitamos, y casi nos besamos al espejo por nuestros logros profesionales, es precisamente caer en el riesgo que acabo de caricaturizar, el riesgo de ensimismarnos con nuestra propia realidad, delante de un espejo, como unos tortolitos con nosotros mismos y que ello nos haga perder el contacto con la realidad.
¿Y tiene que importarnos la realidad?, no, la realidad y lo que piensen los demás tiene que darnos absolutamente lo mismo, sea bueno o malo lo que digan los demás, incluso por muy bueno que sea siempre será externo, nuestro amor siempre será interno. Ahora bien este desden por la opinión ajena, tiene que ir acompañado con no perder el contacto con nuestras propias limitaciones, etc., pues si perdemos ese contacto, dejamos de auto motivarnos y autopropulsarnos y corremos graves riesgos incluso de equilibrio personal.
En Pymes y autónomos
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