La polarización que reina actualmente en la política y en la economía es un auténtico campo minado para las marcas, que deben ser extraordinariamente cautas si no quieren meter la pata. En un clima tan tenso como el actual se supone que el consumidor es menos tolerante que nunca a los errores de las marcas (a la que son supuestamente menos fieles).
Sin embargo, según un reciente estudio de la empresa especializada en marketing móvil Blis, el 52% de los consumidores afirma jurar más fidelidad a las marcas que hace cinco años.
Otro dato aparentemente contraintuitivo que arroja el informe de Blis es que las mujeres son bastante más veleidosas que los hombres en su relación con las marcas, a las que agasajan, por lo tanto, con menores niveles de fidelidad que las personas del sexo opuesto.
La investigación de Blis pone asimismo sobre la mesa la jerarquía de necesidades (en clave marketera) del consumidor. En la base de la pirámide de necesidades del consumidor están la calidad del producto y el precio (que son los factores que más incidencia tienen en las decisiones de compra del consumidor). En lo más alto de la pirámide están, por el contrario, la moral y los valores asociados a las marcas (que gozan, por lo tanto, de menos importancia a ojos del consumidor).
La inmensa mayoría de los consumidores da una única oportunidad a las marcas antes de dejarlas en la estacada y retirarles su confianza.
Por grupos de edad los millennials son los menos prestos a perdonar a las marcas por sus dislates a menos que éstas resultaran previamente de su agrado. Aun así, lo que consumidor dice que hace no coincide siempre con las acciones que tienen lugar en la vida real.
En términos generales cuanto mayor es el nivel de ingresos del consumidor, más receloso se muestra éste a la hora de bendecir a las marca con su perdón.
Los comportamientos que más irritan y alienan al consumidor son la pobre calidad del producto, las prácticas empresariales dudosas, la mala atención al cliente, el contenido hiperpersonalizado (fruto de la hipervigilancia), la fidelidad no recompensada adecuadamente y el exceso de emails.
Por otra parte, y pese a que buena parte de los consumidores se lamenta del contenido intrusivo que echa raíces en actividades de vigilancia, la mayor parte se muestra proclive a compartir información personal con las marcas si tal información personal se traduce en ofertas promocionales, en detalles sobre nuevos productos y en información exclusiva sobre las empresas.
Un artículo publicado en Marketing Directo y, recibido vía Vallebro.com
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