En el actual y “abarrotado” contexto comercial a las marcas les resulta cada vez más complicado utilizar el packaging a modo de pócima mágica para hechizar al consumidor. Las estanterías de los puntos de venta están atestadas de productos envasados en vistosos y espectaculares “trajes” diseñados específicamente para robar la atención del consumidor (que no sabe dónde posar su mirada).
Las marcas hacen todo lo posible y lo imposible para “secuestrar” la atención del cliente, pero ¿y si llamar la atención infligiera en realidad heridas a las empresas?
Un estudio del que se hace eco Harvard Business Reviewconcluye que los productos que provocan cierto sonrojo en el cliente (preservativos, pomada antihemorroidal o champú contra los piojos, por ejemplo) y que son dueños de un packaging llamativo reducen de manera notable las posibilidades de ser arrojados en la cesta de la compra.
El informe, en el que estuvieron involucrados tres experimentos diferentes, determinó que los consumidores están en general más predispuestos a adquirir productos que les provocan cierto embarazo cuando tales productos se cuelgan del brazo deenvases discretos y anónimos.
A ojos del consumidor los productos envasados en cajas con colores fríos, tipografía pequeña y una imagen de su contenido resultan en términos generales más neutros, lo cual facilita la compra si lo que hay alojado en sus entrañas es de carácter embarazoso.
En cambio, los productos que hallan refugio en tubos de colores cálidos y fuentes tipográficas de tamaño medio y grande y que son huérfanos de imágenes resultan menos tentadores al consumidor cuando lo que busca comprar le provoca cierto sonrojo.
Cuanto más anónimo sea el “look” de un producto embarazoso, más altas serán las probabilidades de que el cliente se decida a comprarlo.
Por otra parte, el estudio publicado por Harvard Business Review fija también la mirada en el impacto que el emplazamiento de los productos embarazosos tiene en las ventas.
Los productos ubicados en los denominados “endcaps”, los estantes que están en los extremos de los pasillos de los establecimientos comerciales, provocan habitualmente más sonrojo en el consumidor. Cuando tiene que adquirir artículos de naturaleza embarazosa, el cliente prefiere que estos estén situados dentro del pasillo (donde están más a salvo de miradas indiscretas).
Las bolsas y las cestas ayudan también a minimizar el bochorno que embarga al consumidor cuando compra productos de naturaleza embarazosa.
De manera similar, cuando alguna promoción entra en la ecuación, el consumidor tiende a dejar de lado sus remilgos y compra finalmente los productos que le producen sonrojo.
Aun así, y pese a que las estrategias para estimular las ventas de los productos que son de alguna manera de índole bochornosa son muchas y muy variadas, la solución que se traduce en mejores resultados es simple y llanamente cambiar el packaging.
No hay comentarios:
Publicar un comentario