Hay una premisa que es indiscutible, las conversaciones difíciles son inevitables. Sin embargo, si se administran adecuadamente, se pueden mantener las relaciones intactas.
Conseguirlo depende de nosotros y de la actitud personal con la que afrontemos esa conversación comprometida que nos incómoda establecer.
Primero, no pienses que la conversación es difícil, solo te sentirás nervioso y molesto. En cambio debes enciadrarla con un enfoque positivo y, por supuesto, menos binaria.
No estás dando un voto negativo, estás teniendo una conversación constructiva sobre el desarrollo de la relación. Puede ayudarte el anotar los puntos clave de antemano, esto no significa que escribas un guión.
Intenta ver el punto de vista de la otra persona, empatizar. Pregúntate ¿cuál es el problema?, ¿y qué piensa la otra persona que es el problema?. Si no estás seguro, reconoce abiertamente que no sabes lo que ocurre y pregunta. Luego, manifiesta tu perspectiva, aunque resulte difícil y comprometida, de una manera valiente, honesta y justa.
En este tipo de negociaciones o conflictos lo que nunca se debe hacer es presentarse como una víctima. Lo peor que puede hacer es pedir simpatía diciendo cosas como, "me siento tan mal por decir esto" o "esto es realmente difícil para mí". Si lo haces, lo que conseguirás es deterioar, aún más la relación y socavar el desarrollo de la conversación.
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