Mantener un buen ambiente laboral es fundamental para que los empleados puedan dar lo mejor de sí mismos en su puesto de trabajo. Las preocupaciones de su vida personal, sumados a un ambiente laboral complicado hacen muy difícil que los trabajadores se puedan centrar únicamente en su trabajo. Por eso los empleados felices son sinónimo de empresas productivas.
Un buen entorno laboral va a permitir a los empleados desarrollar todo su potencial y desarrollen todas sus habilidades. Un buen equipo de trabajo es aquel donde la suma de todos los empleados es más productiva que cada una de sus partes de forma individual.
Y para ello crear un entorno adecuado es básico. Para ello lo ideal es intentar facilitar el trabajo de los empleados. Por un lado con acciones que ayuden a generar sensaciones positivas, como pueden ser los horarios flexibles, la posibilidad de trabajar de forma esporádica en casa o la implantación de una jornada continua.
A esto hay que añadirle un desarrollo profesional adecuado. Para determinados trabajadores, enfrentarse a nuevos retos, seguir progresando profesionalmente es una motivación muy importante. De otra manera sienten que están estancados y acaban por desmotivarse. En todo caso, siempre hay que poner en sus manos proyectos que puedan llevar a cabo, pero sin correr el riesgo de que acaben dispersándose.
Y todo esto dejando el salario aparte. A todos nos gustaría ganar más dinero, pero una vez cubiertas nuestras necesidades básicas, el sueldo no es un factor diferencial para ser feliz en el trabajo. Cuando se cambia de empleo y nos marchamos a un puesto con mejor salario, al cabo de unos cuantos meses ya no se valora de igual manera lo que se ingresa a final de mes.
Lo que si es importante en el día a día es el reconocimiento por parte de nuestros responsables, no solo con una palmadita, sino con una promoción interna, una recompensa económica por lograr un objetivo, etc. Es el reconocimiento del trabajo bien hecho.
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