Es muy probable que cuando era niño, en su natal Blackheath (en el suroriente de Londres, Inglaterra), a Richard Charles Nicholas Branson le hayan repetido, una y mil veces, que no hay que poner todos los huevos en la misma canasta. Porque desde que a los 16 años creó su primera empresa, el periódico Student, ha creado cientos de negocios distintos, una estrategia que lo convirtió en el emprendedor más famoso del mundo.
Aunque estamos acostumbrados a las historias que nos hablan de personas que nacieron en ambientes muy hostiles, llenos de carencias, y que a base de esfuerzo, coraje, determinación y talento consiguieron cambiar el destino, este no es el caso de Branson. Él nació en una familia acomodada, cursó normalmente sus estudios (aunque no fue particularmente brillante) y nunca pasó hambre.
¿Cuál es, entonces, el mérito de este personaje al que se puede definir con adjetivos como rebelde, contestatario, poco convencional, atrevido o temerario? Podría mencionarte muchos, pero te voy a destacar dos que para mí son especiales: uno, ya mencionado, que ha incursionado en cientos de negocios distintos (de hecho, ha creado más de 400 empresas), muchos de los cuales pasaron a mejor vida con mucha pena y poca gloria.
Cuando acertó, eso sí, la sacó del estadio. Comenzó con una tienda de discos, pero se dio cuenta de que el verdadero negocio era ser dueño de la música y creó Virgin Records. Apoyó a grupos que habían recibido un portazo en la cara en otras casas disqueras y sobre el éxito de esta empresa fundó su imperio. Aerolíneas, telecomunicaciones, entretenimiento, turismo, finanzas, investigación científica y la Fórmula Uno son algunos de los muchos campos en los que incursionó.
Hoy, el mundo lo conoce como el soñador que prometió hacer realidad el turismo espacial. Junto con el ingeniero aeronáutico Burt Rutan, fundó en 2004 la compañía Scaled Composites, para que diseñara cinco naves capacitadas para alcanzar la línea Karman, la frontera que separa la atmósfera del espacio exterior. Si bien su emprendimiento ha sufrido múltiples tropiezos y todavía no pudo cumplir su promesa, hay quienes no dudan de que tarde o temprano lo hará.
La otra característica que me llama la atención es que demostró que ser una buena persona y ser exitoso en los negocios no son polos opuestos, no son valores incompatibles. “Como líder, uno tiene que buscar lo mejor de las personas y eso es muy, muy importante”, explica. “Hay que dejar que las personas hagan lo que saben hacer, no hay que criticarlas cuando cometen errores y hay que elogiarlas cuando hacen bien su trabajo”, agrega.
Cuando era niño y decía algo desagradable o negativo sobre alguna persona, sus padres lo mandaban al cuarto a que se mirara en el espejo durante cinco minutos. La intención era hacerle comprender que ser ruin o destructivo se reflejaba negativamente en él. Y aprendió: “Mirarme en el espejo durante ese tiempo no era agradable, así que dejé de criticar a la gente”. Con el tiempo, esa fue la premisa que le sirvió para crear empresas sólidas y prósperas.
El tiempo, los éxitos y también los fracasos (porque se ha estrellado muchas veces) le enseñaron otra lección que, dice, le hubiera gustado aprender cuando tenía 21 años: “Escucha más de lo que hablas, haz más preguntas y absorbe lo mejor de la gente, siempre”. Ese es, precisamente, su estilo gerencial, por eso se lo ve cualquier día, como un empleado común, paseando por los corredores de sus empresas, conversando con los empleados, rompiendo paradigmas.
A los 66 años, con una fortuna que la revista Forbes calcula en 5 billones de dólares, considerado uno de los diez hombres más ricos del Reino Unido, y aunque ocupa gran parte de su tiempo en actividades filantrópicas, Branson no deja de ser un negociante atrevido y arriesgado, inquieto y creativo, que basa su éxito en las cinco claves que a continuación te comparto:
1) Disfruta lo que haces: si hay algo de lo que Branson es consciente, es que crear un negocio y convertirlo en exitoso te absorbe el 110 por ciento de tu tiempo y de tus energías. “En consecuencia, más vale que se trate de algo que realmente disfrutes”, argumenta. Cuando creó Virgin, en 1973, su interés era pagar las facturas y en su mente estaba la idea de una empresa en la que iba a ser feliz.
Ni siquiera tenía un nombre. El de Virgin surgió al cabo de una reunión de amigos, porque era algo que los identificaba: eran vírgenes en los negocios. “No tenía un plan o una estrategia de negocios”. Sin embargo, la música era algo que lo apasionaba, que lo hacía feliz, y ese simple detalle lo llevó a emprender la aventura. Veinte años más tarde la vendió a EMI por mil millones de dólares. Y fue más feliz aún.
2) Crea algo que marque diferencia: ofrecer una experiencia única y distinta a los clientes es, según Branson, la única razón por la cual puede sobrevivir un producto, una marca o un servicio. Si bien en su portafolio personal tiene decenas de ejemplos ilustrativos, prefiere mencionar otros que admira o que de una u otra forma son referentes para él: firmas como Apple, Google o Microsoft.
No es casualidad, así mismo, que las tres sean del sector de la tecnología. Para Branson, la constante búsqueda de la innovación, su efectiva implementación, es la base del éxito. Es por eso que a lo largo de su vida como emprendedor se ha distinguido tanto por los lanzamientos exitosos como por los ruidosos fracasos o, de otra manera, las empresas a las que él mismo les bajó el pulgar: cuando no pueden evolucionar, están marcadas a desaparecer.
3) Crea algo de lo que puedas sentirte orgulloso: esta premisa, más que al éxito medido en ventas o en valor monetario, está dirigida a realzar la importancia del recurso humano dentro de la empresa. “Una empresa es un grupo de personas”, dice Branson enfáticamente. ¿Cómo lo demuestra? Siempre está cerca de sus equipos, especialmente en los malos momentos, cuando hay errores, cuando hay fracasos.
“Una situación no es mala por el resultado que arroja, sino por la actitud que asumes frente a ella”, explica. “No solo es importante que tú estés orgulloso de lo que has creado, sino que también es imprescindible que el grupo de personas que trabaja en un proyecto común también lo esté”. Es claro que Branson no concibe el éxito de una empresa sin antes haber alcanzado el éxito de sus trabajadores. Lo uno conduce a lo otro.
4) Sé un buen líder: para Branson, la principal característica de un líder, la que le permite sobresalir, es saber escuchar. “Aunque sea por higiene mental, no puedes imponer tus ideas sin debatirlas con el resto de tu equipo. Nadie ostenta el monopolio de las buenas ideas o de los consejos acertados”, afirma. No criticar abiertamente a nadie, no perder los nervios y reconocer siempre el buen trabajo son sus otras reglas de oro.
5) Visibilidad: Branson está abiertamente en contravía de los líderes que son lejanos a sus equipos de trabajo, que se esconden detrás de su amplio escritorio, que se escudan en un cargo. Él practica otro estilo: es abierto, vive en la calle (fuera de su oficina), se preocupa por conocer a sus miles de empleados y sabe gestionar contactos. Es el dueño, pero sobre todo es la imagen de la empresa, una cabeza verdaderamente visible.
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