Cualquier deportista que se precie no debe salir a ejercitarse sin llevar consigo una GoPro, un amigo inseparable, sobre todo en los deportes extremos. El creador de la empresa que ideó estas cámaras, Nicholas Woodman, atesora una fortuna valorada en nada menos que mil millones de dólares. Pero Woodman no alcanzó el éxito sin haber sufrido con anterioridad los sinsabores de un par de fracasos empresariales. La crisis que atraviesa su empresa en estos momentos supondrá un acicate para desempolvar el talante de triunfador de este empresario.
A la tercera va la vencida. Woodman experimentó el fracaso en dos ocasiones antes de la fundación de GoPro. La primera fue con una startup de venta de material electrónico de bajo precio para jóvenes, que se vio obligada a echar el cierre bien pronto. En una segunda intentona, creó una empresa de marketing online que se dedicaba a concursos de azar con premios para los ganadores. Woodman convenció a diversos inversores para financiar este proyecto con 3,9 millones de dólares. Todos se quedaron en la estacada.
Nadie quiere fracasar, pero lo peor fue que perdí el dinero de mis inversores, que eran personas que creían en ese joven tipo que era un apasionado de su idea. Comencé a preguntarme: ¿son mis ideas realmente buenas?
Woodman se fue a reflexionar y a practicar su deporte favorito, corriendo unas olas californianas. En un viaje por Australia e Indonesia, decidió crear una cámara que le permitiera grabar sus periplos deportivos extremos. Su primer prototipo fue una de 35 mm que se ató a la mano con una banda de goma. A partir de ahí, comenzaron las investigaciones para conseguir un cinturón del que pudiera sostenerse su GoPro.
En la creación de esta empresa contribuyeron sus padres con 250.000 dólares y esta vez sí, el éxito vino sobre ruedas. Desde 2002, cualquier atleta con unas mínimas inquietudes quiere tener una GoPro como compañera de correrías.
Pese a ello, el éxito de Woodman se vio frenado el pasado año, ya que las ventas de la compañía cayeron el 26,8%, hasta situarse en 1.185 millones de dólares. Esta negativa evolución se produce después de la reestructuración emprendida a finales del 2015.
Inversiones de futuro
Pero lejos de arrojar la toalla, la empresa se ha fijado una estrategia muy ambiciosa. Woodman, el hombre de madera en inglés, está decidido a que sus GoPro lleguen a todos los rincones del globo, a través de los teléfonos móviles. Que sus usuarios puedan compartir sus experiencias en vivo con amigos o, simplemente, con todos los habitantes del planeta. GoPro sigue adelante y ha realizado unas fuertes inversiones con la adquisición de un par de aplicaciones para mejorar las funciones de sus cámaras.
Este ambicioso objetivo tecnológico se suma a otro geográfico. GoPro quiere tener una mayor presencia en Asia, sobre todo en China, la meca de la tecnología en todo el mundo. Las ventas de GoPro a ese país se incrementaron el pasado año nada menos que el 61%.
“Hemos hecho unas inversiones muy fuertes en tecnología, en almacenamiento en la nube y en otra serie de apuestas, con el objetivo de que la experiencia de GoPro a través del teléfono móvil sea increíble”. El hombre del millón de dólares se expresaba con contundencia.
En este momento, la mitad de las ventas se generan en mercados distintos del de Estados Unidos. La empresa con sede en San Mateo ha abierto también una serie de alianzas con distintas firmas de reconocido prestigio, como jugueteras o constructores de automóviles, para lanzar proyectos conjuntos. El sueño GoPro sigue, pero que muy vivo.
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