1. El idiota
No todos los “alborotadores” son idiotas, pero todos los idiotas son “alborotadores”. El idiota es alguien en quien no se puede confiar. No se puede confiar que nos proporcione información valiosa de un cliente. No se puede confiar en que suministre al cliente informa fidedigna de nosotros mismos. No se puede confiar en que diga la verdad. No se puede confiar en que gestione eficazmente los problemas. El idiota dice “semiverdades” la mitad del tiempo. Manipula información en su propio beneficio y planta la semilla del malestar entre las personas más ingenuas e impresionables.
No todos los “alborotadores” son idiotas, pero todos los idiotas son “alborotadores”. El idiota es alguien en quien no se puede confiar. No se puede confiar que nos proporcione información valiosa de un cliente. No se puede confiar en que suministre al cliente informa fidedigna de nosotros mismos. No se puede confiar en que diga la verdad. No se puede confiar en que gestione eficazmente los problemas. El idiota dice “semiverdades” la mitad del tiempo. Manipula información en su propio beneficio y planta la semilla del malestar entre las personas más ingenuas e impresionables.
2. La diosa
La gran virtud de la diosa no es su inteligencia ni su habilidad ni tampoco su juicio. Su punto fuerte está en su relación con el cliente. La diosa no es la persona de la agencia en el cliente, es la persona del cliente en la agencia. Habla como un cliente, piensa como un cliente y espera que la traten como a un cliente. Nadie puede cuestionar su juicio porque habla en nombre del cliente y con la misma autoridad que el cliente.
La gran virtud de la diosa no es su inteligencia ni su habilidad ni tampoco su juicio. Su punto fuerte está en su relación con el cliente. La diosa no es la persona de la agencia en el cliente, es la persona del cliente en la agencia. Habla como un cliente, piensa como un cliente y espera que la traten como a un cliente. Nadie puede cuestionar su juicio porque habla en nombre del cliente y con la misma autoridad que el cliente.
3. El dios
El dios sabe cómo hacer el trabajo de todo el mundo excepto el suyo propio. Sabe exactamente cómo debe ser un plan de medios, cómo de ser el “copywriting” de una campaña y cómo debe ser una estrategia publicitaria. Lo único sobre lo que el dios no tiene ni idea es sobre el desempeño de su propio trabajo. Cuando el dios se queda a solas con el cliente y no está protegido por su séquito, el resultado suele ser una auténtica “pifia”.
El dios sabe cómo hacer el trabajo de todo el mundo excepto el suyo propio. Sabe exactamente cómo debe ser un plan de medios, cómo de ser el “copywriting” de una campaña y cómo debe ser una estrategia publicitaria. Lo único sobre lo que el dios no tiene ni idea es sobre el desempeño de su propio trabajo. Cuando el dios se queda a solas con el cliente y no está protegido por su séquito, el resultado suele ser una auténtica “pifia”.
4. El elegido
No hay mayor alborotador que el elegido. Habitualmente el elegido alcanza su estatus tras haber logrado algún éxito publicitario, muy a menudo en otra agencia. Elegido por el gran jefe para sucederle, el elegido se torna a la larga en un problema.
No hay mayor alborotador que el elegido. Habitualmente el elegido alcanza su estatus tras haber logrado algún éxito publicitario, muy a menudo en otra agencia. Elegido por el gran jefe para sucederle, el elegido se torna a la larga en un problema.
5. El verdadero as
El verdadero as causa problemas haciendo las preguntas adecuadas y no acepta nunca respuestas mediocres. Acostumbra a ponernos de los nervios con preguntas que creemos que son irrelevantes. Pero el as verdadero no piensa igual que el resto. Y eso es precisamente lo que le convierte en un verdadero as.
El verdadero as causa problemas haciendo las preguntas adecuadas y no acepta nunca respuestas mediocres. Acostumbra a ponernos de los nervios con preguntas que creemos que son irrelevantes. Pero el as verdadero no piensa igual que el resto. Y eso es precisamente lo que le convierte en un verdadero as.
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